Los parados de más de 50 años se han cuadruplicado con la
crisis, pasando de 264.000 a finales de 2007 a más de 1,1
millones en el tercer trimestre de 2013. Su tasa de
desempleo ha pasado del 6,3 al 20,3 por ciento. La cifra es
aún mayor si se suma a quienes tienen entre 45 y 49 años:
1,8 millones de personas de un total de 6,2 millones de
parados, según la última Encuesta de Población Activa (EPA),
elaborada por el Instituto Nacional de Estadística.
Lo peor es que los expertos laborales calculan que alrededor
del 70 por ciento de los parados son menores de 55 años, a
los que les quedan por delante más de diez años de muy
difícil reenganche en el mercado laboral español, que,
además, ha virado hacia unos ajustes salariales que no casan
con la experiencia de este colectivo. Huelga decir, además,
que normalmente se trata de desempleados con importantes
cargas familiares.
A la búsqueda de empleo
La Asociación de Grandes Agencias de Trabajo Temporal apunta
que el 67 por ciento de los parados mayores de 55 años lleva
más de un año intentando encontrar trabajo sin éxito, aunque
es el colectivo más “activo” a la hora de buscar
oportunidades.
Estos parados son los que lo tienen más difícil para volver
a trabajar. Según los expertos, el tiempo medio de
recolocación oscila entre los seis y nueve meses, pero el
número de desempleados de larga duración –más de un año sin
encontrar empleo– que son mayores de 50 años se está
multiplicando. Además, esta es una situación que se
retroalimenta: cuanto más tiempo pase un parado sin
encontrar trabajo, más difícil le será conseguirlo. Si el
porcentaje de desempleados de larga duración jóvenes (de
entre 20 y 24 años) es del 52 por ciento, entre los mayores
de 50 años es del 70 por ciento. Es decir, más de 750.000
personas superaron los doce meses sin encontrar trabajo en
el tercer trimestre, según la última EPA.
Ello pese a las medidas que ha aprobado el Gobierno para
frenar la sangría de despidos de personas de más de 50 años.
La ministra de Empleo y Seguridad, Fátima Báñez, ha
asegurado que, gracias a sus acciones, los despidos de los
trabajadores mayores de 50 años “se reducirán a la mitad”.
Sobre todo, por las nuevas y recientes restricciones de la
jubilación anticipada –a partir de los 61 años– y de las
prejubilaciones –entre los 50 y los 60 años–. Los cambios
están recogidos en el Real Decreto-Ley de Medidas de
prolongación de la vida laboral y favorecer el
envejecimiento activo, del pasado 15 de marzo.
Entre otras modificaciones, la norma obliga a las empresas
que abusen del despido de trabajadores mayores de 50 años a
pagar al Tesoro el coste del desempleo de estas personas,
siempre que las compañías tengan beneficios o vayan a
tenerlos a medio plazo. Así, se penaliza el diseño de los
despidos colectivos que cargue la mano con los trabajadores
de mayor edad. Las empresas con más de 100 trabajadores que
tengan dos años seguidos beneficios (computando el año
anterior al ERE y los cuatro siguientes) deberán hacer una
aportación al Tesoro que garantice la financiación del coste
de las prestaciones públicas (desempleo) a que dieran lugar
esos procesos. Se librarán de este coste si el porcentaje de
mayores de 50 años es inferior al peso de ese colectivo en
la plantilla. La medida entró en vigor con efecto
retroactivo (desde 1 enero 2013), para evitar un “efecto
llamada”. Todo ello porque “los ajustes de plantilla no
deberían discriminar a los trabajadores de más edad”.
Asimismo, se incrementan las exigencias para las llamadas
prejubilaciones, que además se encarecen para las empresas.
“Se actúa pues frente a la discriminación por edad a la hora
de diseñar procesos de salida de trabajadores de empresas, y
a la vez se atiende al necesario soporte económico
financiero del sistema, impidiendo que este asuma en gran
medida el coste de esos procesos de reestructuración
empresarial”, apuntan fuentes del Ministerio de Empleo.
A ello se sumará la decisión del Gobierno de fijar a los
parados mayores de 55 años como colectivo “prioritario” de
las políticas de promoción –activas– de empleo. Además,
Empleo ha retrasado de los 52 a los 55 años el subsidio
especial para trabajadores mayores.
La reforma también restringe el derecho a cobrar este
subsidio cuando la renta familiar supera el 75 por ciento
del salario mínimo interprofesional, que es de 640 euros
mensuales, excluida la parte de las pagas extraordinarias.
Pero, eso sí, teniendo claro que “los ajustes de plantilla
tampoco deberían discriminar a los trabajadores de más
edad”, que es una de las ideas-fuerza del citado Real
Decreto.
Para que los veteranos –sobre todo cuanto más se acercan a
la edad legal de jubilación– no sean empujados fuera del
mercado laboral aprovechando su edad, el nuevo decreto
destinado a regular mejor el paro de la población activa
senior dificulta el encadenamiento de opciones para apartar
a esos trabajadores de la plantilla (es frecuente que el
trabajador vaya encadenando prestación, subsidio y
jubilación anticipada) sin posibilidad de retorno al mercado
laboral.
Jubilaciones anticipadas
La realidad es que nunca ha existido el concepto jurídico de
prejubilación y, sin embargo, durante muchos años los
empresarios y los sindicatos han pactado la expulsión de
cientos de miles de personas del mercado de trabajo, a
partir de los 55 años. Con el tiempo y, sobre todo, con la
crisis, la edad de los despedidos ha retrocedido hasta los
50 años. Las empresas han tenido una vía impresionante para
reducir y rejuvenecer plantillas a cambio de la paz social.
En sus últimas recomendaciones, de 2010, el Pacto de Toledo
señalaba que las jubilaciones anticipadas en las últimas
décadas se han orientado a finalidades diferentes para las
que fueron articuladas y han supuesto un obstáculo para
mantener en activo al trabajador mayor. Además, desde
diferentes organizaciones internacionales y en especial en
el seno de la UE se recomienda una reconsideración de la
regulación en el acceso a la pensión y desincentivar de las
jubilaciones anticipadas: por motivos económicos, sí, pero
también por su ‘efecto pernicioso’ en la motivación de los
trabajadores de mayor edad.
Por esto el Gobierno ha puesto freno a las prejubilaciones y
a las jubilaciones anticipadas. Hay que resaltar que algo
más de 16 millones de ocupados mantienen hoy con sus
cotizaciones la financiación de nueve millones de pensiones.
Quienes aportan a la caja de todos son 3,1 millones menos
que al comienzo de la crisis.
Para intentar garantizar la sostenibilidad financiera,
España ha elevado la edad de jubilación legal, de forma
progresiva hasta 2027. Pero más importante que fijar una
cifra de referencia –en este caso, los 67 años de edad– para
la jubilación, es, según los expertos, procurar que la edad
efectiva, la edad real a la que el ciudadano se jubila, se
acerque cada vez más a esa edad legal.
“El objetivo primordial es que todo el sistema de
jubilaciones se articule de forma coherente y permita
movilizar recursos y capacidades a lo largo de más años,
promoviendo de forma clara la continuidad laboral y actuando
contra el excesivo porcentaje de abandono prematuro de
nuestro mercado laboral”, aseguran fuentes del Ministerio de
Empleo.
No en vano, en 2012, en el total del sistema el 42,22 por
ciento del total de las altas de jubilación fueron
anticipadas. Y en el Régimen general el 49,45 por ciento.
Además, “por primera vez también la edad real de los nuevos
jubilados supera los 64 años (64,2, concretamente)”,
agregan.
El citado Real Decreto-Ley establece un diferente
tratamiento en función de la voluntariedad o no de la
jubilación anticipada. “Si sube la edad legal general de
jubilación deben subir en coherencia las edades fijadas para
las jubilaciones anticipadas”, argumenta el Ministerio de
Empleo. Además, “es básico que la edad de acceso a la
pensión de jubilación (ordinaria o anticipada) vaya teniendo
en cuenta la variación de la esperanza de vida”.
España ha dado hasta ahora “demasiadas facilidades a las
jubilaciones anticipadas”, según el Departamento que
capitanea Fátima Báñez. Sobre todo si atendemos a los países
del entorno. En cuatro países de la UE-15 (Suecia, Reino
Unido, Irlanda e Italia) no existe siquiera jubilación
anticipada. En Portugal también se plantean su extinción.
Francia permite la jubilación anticipada con 56 años pero
solo para carreras de cotización muy largas (40-42 años
cotizados). Para el resto de países, la edad se establece
entre los 61 y los 63 años y con carreras de cotización
exigidas igual o superior a los 35 años (salvo Dinamarca,
con 25 años). “No hay ninguna justificación para que España
mantenga esa diferencia”, apuntan desde Empleo.
No en vano, la jubilación parcial “se ha utilizado
sistemáticamente como mecanismo exprés y cómodo para apartar
de la empresa a trabajadores de mayor edad con cargo al
sistema público”. La fórmula fue pensada en su día para que
un trabajador veterano transmitiese sus conocimientos y
experiencia a uno novel o más joven (relevista), pero no se
usaba como tal, por lo que ahora, para favorecer el
envejecimiento activo de los seniors, se fija como criterio
general una jornada del trabajador-jubilado parcial entre el
25 y el 50 por ciento del total. Pero se aumenta hasta el 75
por ciento si el empleado novel (relevista) es contratado de
modo indefinido. Solamente siete países de la UE-15 permiten
este tipo de jubilación (Suecia, Francia, Dinamarca,
Finlandia, Alemania, Bélgica y España, aunque Bélgica aún no
la ha desarrollado).
Y si nada de lo aprobado sirve, los seniors siempre pueden
emprender. De hecho, y en contra de lo que podría parecer,
los mayores de 45 años ponen en marcha en nuestro país más
de la cuarta parte de las nuevas empresas. Así, la edad
media de los emprendedores españoles se cifra en más de 38
años. No en vano, la experiencia es el mejor compañero de
viaje del emprendimiento en una época en la que las ideas
deben estar muy bien asentadas para funcionar.
Al final, sea de la forma que sea, o los parados seniors “se
reducen a la mitad” (cuando menos), como ha prometido el
Gobierno, o España perderá uno de sus mayores activos
laborales justo cuando más lo necesita: en la ansiada
recuperación económica.
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¿Por qué las empresas no contratan a los parados de más
edad?
Los expertos diagnostican varias
razones por las que a los parados senior se les hace más
difícil la búsqueda de empleo. Entre ellas destacan tres. En
primer lugar, una falta de adecuación a las nuevas
tecnologías y, normalmente, un bajo nivel de idiomas, lo que
los coloca en situación de desventaja frente a candidatos
más jóvenes y con preparación reciente. En segundo lugar,
más cargas familiares, que generan mayor necesidad económica
y también ausencia de movilidad geográfica. Por eso los
parados de mayor edad suelen ser más reacios a aceptar
ofertas de empleo cuyas condiciones salariales sean
similares o inferiores a la cuantía percibida por la
prestación por desempleo. Y en tercero, una mayor
resistencia al cambio, en los casos en los que han
permanecido mucho tiempo en una compañía o en un mismo
desempeño laboral. Además, la propia realidad del mercado de
trabajo los desanima, ya que los senior se saben no
prioritarios –en general– para las empresas. Por eso muchos
expertos abogan por que los veteranos se ofrezcan para
trabajos a tiempo compartido, ya que difícilmente se les
ofrecerá un contrato indefinido, en su opinión. Además,
señalan que, a la hora de elaborar un currículum y
enfrentarse a las entrevistas de trabajo, una persona mayor
de 50 años debe vender sus variadas competencias
profesionales y su experiencia, sobre todo lo que la hace
diferente o más especializada en algo que los demás. No en
vano, 20 años de desempeño laboral, por ejemplo, valen más
que un máster.
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