A nuestro alcalde no se le cae de
la boca la expresión de poner la mano en el fuego por
Yolanda Bel, consejera que está citada para declarar en
el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Número Uno de
Ceuta, el próximo mes, en calidad de imputada.
La señora Bel, aunque nunca se ha cortado lo más mínimo en
propalar que es una rendida admiradora de las cualidades de
nuestro alcalde, tanto políticas como personales, tengo
entendido que en estos momentos está sumida en un mar dudas.
Porque es consciente de que cada vez que su ídolo ha jugado
a ser como Mucio -joven héroe romano que sí se quemó
la mano hasta quedarse sin ella, en prueba de apoyo
incondicional a su cometido-, terminó rajándose. Y hay
pruebas varias al respecto. En suma: que la todopoderosa
consejera no pensó nunca que iba a ser citada al juzgado, y
menos como imputada, que nunca es plato de buen gusto.
Ahora bien, nuestro alcalde, además de darse pote, diciendo
a voz en cuello que es capaz de someterse al fuego
purificador, como prueba evidente de la confianza ciega que
tiene en YB, ha dicho también que “la imputación es para que
la consejera acuda a declarar con todas las garantías”. En
efecto, pues entre ellas, que no son moco de pavo, están las
de poder mentir al juez; convertirse en Belinda por
un día; o bien decir que la culpa de los hechos de los que
presuntamente se le acusan es de alguien que pasaba por allí
una noche de verano cálida, y que ella no supo decir que no
ante un personaje que le merecía toda su confianza. Cosas
más raras se han visto. Ya que el imputado cuenta con el
derecho a defenderse como le plazca o le indique su abogado.
Ahora bien, el quid del asunto radica en que imputar se ha
convertido en los últimos tiempos en un verbo maldito.
Debido a que la corrupción no cesa y muchos han sido los
políticos que han ido compareciendo en los juzgados con esa
calificación. Y, claro, en la sede de Génova se recomienda,
o más bien se exige, que los imputados pongan su cargo a
disposición del partido. Como haría cualquier político
honrado, quitarse de en medio cuando cae sobre ellos la
sospecha.
Hasta tal extremo ha llegado la cosa, por haber en la
Comunidad Valenciana imputados a granel, que el ministro de
Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, tan dado a meterse
en jardines más que nunca, anunció, meses atrás, que el
Gobierno estaba preparando una modificación legal sobre la
calificación del tema imputado, por la de encausado o
investigado. Palabras que a él le sonaban mejor para
designar a quienes se les hallaba indicios de delito o de
mala acción. Y hasta puede que eche mano de cualquier
eufemismo. Vaya usted a saber…
Me imagino, por tanto, que el ministro, en vista de los
muchos imputados que hay actualmente en la Galicia de
Alberto Núnez Feijoo, estará acelerando el proceso para
erradicar un término que hace trizas, de momento, la
reputación de quienes lo padecen.
Por consiguiente, no me extraña que la consejera de
Presidencia, Gobernación y Empleo, Yolanda Bel, las esté
pasando canutas al verse imputada por algo que a ella, sin
duda alguna -lo de poner la mano en el fuego queda para
nuestro alcalde-, no le habrá producido ningún beneficio.
Pero en política, cuando alguien yerra, y propicia sospecha
que acaba en los juzgados, lo mejor es que ponga el cargo a
disposición de quien corresponda. Todo lo demás sobra.
Inclusive arremeter contra los denunciantes.
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