El personal laboral del
Ayuntamiento se encuentra preocupado por la fórmula de
consolidación que quiere ponerse en práctica en poco más de
quince días: concurso de méritos y un exámen oposición.
Sistema que no es equiparable al que se adoptó hace más de
dos años con sesenta trabajadores que se encontraban en
idéntica situación. Y lo peor es que la variante despierta
recelos, sospechas y desconfianza en los 150 afectados ahora
por considerar que, tras más de diez años de servicios
podrían ver en peligro su situación laboral y quedar en la
calle. Quiere decirse que la regulación que se presenta les
hace pensar que “es peor el remedio que la enfermedad”,
debido a que no garantiza lo que ellos llevan dos años
persiguiendo: su estabilidad laboral definitiva en sus
actuales puestos.
En principio, no parece razonable ni justo, que no se
adopten los mismos métodos de consolidaciones en uno y otro
caso. Es lógico que los actuales laborales no entiendan que,
si los sindicatos y la Administración no fueron rigurosos
hace más de dos años, ahora quieran serlo, lo que provoca un
sentimiento de agravio comparativo que traduce en injusticia
una medida en la que estiman que no las tienen todas consigo
para continuar en sus puestos de trabajo.
Si se ha venido insistiendo en la descongelación de las
consolidaciones era con el objetivo de evitar la
temporalidad e inestabilidad laboral existente, pero nunca
pensando que se corría el peligro de quedar en el paro con
la pérdida del puesto de trabajo como riesgo a temer. De ahí
que no puede interpretarse una petición justa en una especie
de trampa para quienes reclaman una situación a la que se
han hecho acreedores. Señor Vivas, incertidumbre y
desigualdad no son asumibles.
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