Tengo la triste sensación que no todo el mundo de la Iglesia
se alegra de la entrañable convivencia que tuvieron los
jóvenes y los inmigrantes del CETI el pasado domingo durante
la II MARCHA MARIANA DE LA SOLIDARIDAD. Al igual que el año
pasado, dicho acto se realizó sin ningún tipo de apoyo del
obispado de nuestra ciudad. Ni si quiera se anunció
públicamente en las iglesias por los párrocos para informar
y animar a sus feligreses.
Curiosamente, los carteles colocados en el Santuario
desaparecieron al día siguiente, lo mismo que el año pasado.
Incluso sospecho que -dada las circunstancias que luego
describo- pudiera haber habido, incluso, un movimiento
disuasorio hacia los posibles feligreses que tenían
intención de asistir. Y eso que contábamos con colectivos
sociales siempre necesitados de apoyo espiritual durante el
adviento. No parecen que nuestros representantes episcopales
estén muy interesados por este tipo de actos de solidaridad.
Probablemente su desidia podría ser debida a dos motivos. El
primero, su ausencia de protagonismo en este nuevo evento.
Hay que recordar que nuestro obispado no había sido dueño ni
de la idea, ni mucho menos de la imagen de la Virgen María
que presidía el acto. El año pasado, sus jóvenes promotores,
Cristian Cajal y su novia Estefanía, miembros de la
ASOCIACIÓN JUVENIL COFRADE “JÓVENES COSTALEROS DE LA PAZ”,
pidieron a nuestro señor vicario el apoyo oficial de la
Iglesia a su acto. Según me contaron ellos, mantuvieron una
afable y cordial reunión en su despacho. El prelado siempre
mostró entusiasmo con la iniciativa juvenil, animándolos a
seguir en ese camino, e incluso les llegó a decir que le
encantaría asistir, pero que lo lamentaba porque en esa
fecha esperaba la visita del obispo. Poco después, como de
la noche a la mañana, parece que cambió radicalmente de
actitud.
Señor vicario sabemos que usted le tiene mucho afecto y
respeto a su antiguo monaguillo de Vejez. La pregunta es
obvia ¿Fue usted asesorado por él sobre este tema? Sabemos
que el párroco del valle interrogó a otros jóvenes sobre la
naturaleza patrimonial de la imagen mariana que presidiría
el acto. ¿Le informó este sacerdote de la naturaleza
supuestamente “indigna” de la imagen que iba a procesionar
en el evento? ¿Podría ser este el segundo motivo? Si eso
fuese así, daría la sensación contextual, que el “maestro”
ha sido superado por la maestría y los conocimiento del
“discípulo”. Ahora, ambos, maestro y alumno, parece que
están totalmente en contra de estos eventos públicos por el
mero hecho de las características “legales” de la imagen de
María.
Se da la curiosa circunstancia que este presbítero había
bendecido en noviembre de 2009, en la parroquia del valle,
la imagen de la Dolorosa de mi hijo, cuando este tenía 9
años. Esa misma Virgen que procesionó en varias ocasiones
desde su iglesia del valle en los rosarios de la aurora de
mayo y octubre del 2010, siempre por él presididos.
Casualmente, es la misma imagen que participó en la I Marcha
Mariana Juvenil del año pasado. ¿Cambió usted de actitud,
señor vicario, cuando supuestamente fue informado de este
“gran pecado” que iban a cometer los jóvenes? ¿Por ese
motivo desapareció al día siguiente, el cartel anunciador
que usted con entusiasmo había permitido a los jóvenes
colocar en el tablón de anuncios del Santuario de África?
Pues me consta que también desaparecieron otros carteles
colocados por los jóvenes en los aledaños de la parroquia
del valle.
De hecho el párroco de esta iglesia confesó a estos jóvenes
que él mismo los había retirado, advirtiéndole con una “cara
de pocos amigos” del grave error que supondría sacar a la
calle una imagen de María ajena a la Iglesia ¿Por qué? ¿Tan
aberrante le resulta a este señor una marcha mariana juvenil
solidaria por el mero hecho de llevar una imagen particular
de una familia cristiana que él mismo había bendecido en su
parroquia? Cuando estos jóvenes me contaron lo sucedido, no
podía salir de mi asombro. Me costaba imaginar, sin caer en
la hilaridad, al cura arrancando los carteles, con
nocturnidad y alevosía, al más puro estilo onírico, patético
y extravagante de las películas de Federico Fellini. Si
realmente lo hizo, supongo que su intención era impedir que
sus feligreses se informarán del acto y acudieran al mismo.
Y por otro lado, evitar a toda costa, este nuevo y temido,
octavo PECADO CAPITAL, que sin duda podría hacer templar las
columnas de los tempos de Roma. Lógicamente ninguno de los
dos, discípulo y maestro, pudieron impedir el acto, pues
este había sido organizado por una asociación juvenil
constituida al amparo de la ley, y fuera del poder de la
Iglesia. Son jóvenes pero no tontos.
La pregunta es ¿Por qué ese cambio de opinión? Nadie en la
ciudad con los que he hablado del tema –que son muchos-,
entiende esa postura, solo se limitan a mirar para otro
lado. Todo menos yo, claro. Las imágenes de culto tanto
públicas como particulares, propiedad de la iglesia, de las
cofradías o de cualquier cristiano, tienen tal belleza,
grandeza espiritual y unción religiosa que -hasta ahora- han
resistido a todo: tendencias iconoclastas del medievo,
desamortizaciones, gobiernos laicos, y al vandalismo de las
repúblicas anticlericales. Por resistir, hasta han llegado a
superar a los “ordinarios” del lugar y del momento, que ya
es decir. Pero a veces esos ordinarios parece que dirigen
sus posibles “frustraciones” contra las imágenes, con las
que a veces parecen competir, y sobre las que puede llegar a
florecer un incontrolable sentimiento que puede llegar a ser
la imagen especular de la envidia.
Pueden ser que, en Ceuta, algunos no quieren aprender aún la
enorme riqueza lingüística de nuestro magnífico idioma
castellano, que diferencia claramente el verbo SER del
ESTAR, ni tampoco dominan la correcta conjugación de los
pronombres personales, llegando a decir que “SON” párrocos
de “SU” parroquia, cuando en realidad solo “ESTÁN” de
párrocos en “NUESTRA” parroquia. Pero aquí y ahora, esta
conducta la estamos viendo con demasiada reiteración. No
olvidemos los problemas del Medicinaceli, las reformas de
San Francisco, y ahora esto, más de lo mismo. Es decir, cada
uno «hace de su capa un sayo», y nunca pasa nada ¿No es
cierto señor vicario? El problema está, en que esa capa que
manipulan a su antojo y forma nunca es de su propiedad, sino
de todos.
Aunque el presbítero de la parroquia del valle estrenó su
ministerio sacerdotal en Ceuta durante el verano del 2009,
no fue hasta mayo del 2011, y nunca antes, cuando este
presbítero cambió brusca y misteriosamente de opinión,
mostrando no solo su recelo a la entrada de imágenes
particulares en el interior de las iglesias para ser
bendecidas, sino además su tajante negativa a que formen
parte de cualquier acto religioso, ni si quiera un simple
rosario de la aurora o una marcha mariana juvenil. De nada
ha servido el argumento de la ausencia de aquel momento, de
imágenes marianas adecuadas para estos menesteres, como
ocurría en la iglesia del valle, y en la ermita de San
Antonio.
De nada ha servido recordarle por activa y por pasiva que no
existe ninguna normativa vigente al respecto. Este tema lo
he consultado con otros sacerdotes de la diócesis, e incluso
con el antiguo vicario general de Cádiz, el Reverendo Padre
Guillermo Domínguez Leonsegui, doctor en derecho canónico,
que me ratificó lo que ya suponía, lo que antes me habían
dicho sus compañeros: No existe en el Derecho Canónico nada
legislado al respecto. No hay ningún tipo de normativa
escrita de nuestro obispado que prohíba de forma expresa,
directa o indirectamente, la realización de rosarios de la
aurora u otros eventos religiosos similares con imágenes
ajenas a la iglesia. Por tanto, si la ley de la Iglesia no
ampara legalmente este modo de actuar ¿Por qué a este señor
se le permite? «Donde la ley no distingue no puede
distinguir el legislador». Su único argumento es que -ahora
se han dado cuenta, y no antes- que estas imágenes, no son
propiedad inventariable de la Iglesia.
Esta falta de objetividad y de criterio ha provocado un
libertinaje en sus decisiones y actuaciones al respecto.
Absurdo comportamiento que hace viva la famosa frase, que
tanto molesta a nuestro señor vicario, «con la Iglesia hemos
topado amigo Sancho», acuñada sabiamente por Cervantes en su
famosa obra, cuya segunda parte pronto va a cumplir 400
años. Sin embargo, a pesar de su esfuerzo desmedido por
implantar y extender su tesis, y su posible poder mediático
sobre otros sacerdotes, incluido el vicario, el presbítero
del valle no ha conseguido todos sus objetivos.
Este señor no ha podido evitar que, el pasado jueves de 12
diciembre, fuese solemnemente bendecida, con todos los
honores que marca el derecho canónico, una pequeña imagen de
la Divina Pastora de esta joven pareja, que presidió la II
marcha mariana. Preciosa ceremonia de bendición realizada
según los clásicos rituales canónicos, y durante la misa de
las 19 horas en la Parroquia de Santa Teresa. El sacerdote
eventual de esa parroquia, el Padre Juan Carlos, haciendo
caso omiso a esas absurdas “recomendaciones”, y actuando
según le dictaba su corazón, bendijo públicamente la imagen
en el altar principal del templo.
Sin duda alguna, todo un “gol por toda la escuadra de la
portería” defendida por una absurda ortodoxia de la
irracional intransigencia. La pregunta es obvia ¿Por qué
tratan estos señores así a estas devociones? Si algunos
católicos quieren que se bendigan sus imágenes de culto
particulares en la casa de Dios y ante su Madre, ¿Qué mal
hacen a nadie? ¿Dónde está ese inconfesable pecado por ellos
esgrimido cuando una imagen de la Madre de Dios propiedad de
una familia cristiana es cedida con el corazón para rezar
todos juntos durante unas horas en un Rosario de la Aurora
como se realizada en nuestra ciudad en muchas ocasiones
desde el año 2006? ¿Porqué lo que hasta hace poco estaba
permitido y bien visto por todos, resulta que ahora, de
pronto, está mal y debe ser evitado a toda costa? ¿En qué
apartado de derecho canónico se prohíbe? En octubre del
2010, el propio Consejo de Hermandades organizó y participó
con este sacerdote en un rosario de la aurora juvenil
presidido con esta imagen particular en la parroquia del
Valle. Estos eventos también se realizaban en otras
iglesias, con otras imágenes de feligreses, como en
Villajovita y en la ermita de San Antonio. Incluso en la
parroquia de Santa Teresa, durante la procesión del Corpus,
salía portado por los más pequeños, un niño Jesús “el
cardenalito”, imagen particular del padre David.
¿Por qué algunos ministros de la iglesia en Ceuta se han
dejado “contaminar” por esta nueva “doctrina ortodoxa”
propuesta y defendida por el sacerdote del valle? ¿Por
corporativismo, por servilismo, por miedo o por hipocresía?
¿Por qué este señor muestra tal animadversión por las
imágenes religiosas ajenas a la iglesia? ¿No percibe usted,
señor vicario, que estos injustificables hechos y actitudes,
no benefician a la imagen de la Iglesia en Ceuta que usted
representa? ¿No entiende que si estos jóvenes organizadores
de la marcha mariana, invierten sus escasos recursos, en una
imagen de culto para compartir con los demás, mejora no solo
su vida devocional, sino la de su entorno en todos los
contextos? Señor vicario, aunque deje usted crecer esta ola
iconoclasta en nuestra ciudad, hasta llegar a ser un
devastador tsunami tropical de la espiritualidad popular,
sigo pensando que todas las imágenes del mundo, públicas o
privadas, me parecen pocas para rendir culto al hijo de Dios
y a su Divina Madre.
Debe saber señor vicario, que fomentar el culto a las
imágenes particulares en convivencia cristiana y solidaria,
como ha caracterizado hasta ahora a las dos marchas mariana
juveniles realizadas en los últimos años, y en los numerosos
rosarios de la aurora juveniles realizados en el pasado más
inmediato, no sólo populariza y extiende la religión
católica, sobre todo en la juventud, sino que potencia la
capacidad de compartir del que la posee, la convivencia
cristiana con los más necesitados, nos ayuda a la
auto-contención de nuestra dimensión de sombras, nos
acompaña por los mejores caminos de la fe cuando la oración
es realizada entre todos, y nos vuelve no solo más
religiosos, sino fundamentalmente más humanos.
Creo que el párroco del valle, tiene ahora una oportunidad
histórica para defender y argumentar racionalmente en los
medios públicos su cambio de actitud y su nueva “doctrina”,
mediante un artículo de respuesta al mío. ¿Será capaz de
hacerlo? ¿O recurrirá al pusilánime silencio administrativo
que caracteriza a la Iglesia? Es de suponer que, sus
productivos años de estudios en el seminario de San
Bartolomé de Cádiz, han sido suficientes para contestar, con
razones y no con opiniones, a un humilde seglar como yo,
ignorante de esos conocimientos teológicos tan profundos, y
analfabeto en las leyes del derecho canónico que usted solo
parece conocer. Que nos demuestre que esa docta sabiduría
solo está reservada a los presbíteros como él. Solo espero
que no le tiemble el pulso al escribir, ni le patinen las
neuronas del raciocinio para justificar sus decisiones,
siempre con razones derivadas de normas y leyes escritas,
aprobadas por la Iglesia en contexto y forma. Tómeselo con
un reto más en su campaña “discriminatoria” de las imágenes
ajenas a la Iglesia, como una homilía más, pero no basada en
los evangelios, sino en la legislación canónica que debe
marcar la conducta y las decisiones de todos los ministros
de la Iglesia. Suerte con la pluma Padre Cristóbal.
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