El debate de los Presupuestos tuvo
un triunfador claro: Emilio Carreira. El consejero de
Economía y Hacienda, a su facilidad de palabra natural, unió
esta vez, un sentido argumental en su discurso y una
frescura de reflejos que hizo que llevara el debate por el
terreno que más le convino. Con la soltura que su oratoria
le permite, Carreira supo replicar a sus oponentes políticos
con firmeza. A José Antonio Carracao, le dijo que si sus
reparos al Presupuesto era un 0,5%, realmente pocas excusas
tenía para no apoyarlo y a Mohamed Alí, que presentaba
alegaciones “fuera de la realidad” y prometía “magia” a la
ciudadanía.
Emilio Carreira defendió con brío y decisión el apoyo de los
Gobiernos de la nación a Ceuta, las políticas sociales de su
Presupuesto, el talante del Partido Popular que no es “el
malvado” que querían hacer ver los grupos de la oposición,
ni el causante de todos los males (“los problemas de Ceuta
no son un castigo de Dios pero tampoco del PP”, dijo) y,
hasta tuvo arrestos para defenderse así mismo, cuando le
criticaban que eran poco menos que un invitado de piedra,
ajeno a la Cámara, por ser cargo de libre designación y no
diputado electo, como si el Estatuto de Autonomía no
recogiera esta cuestión.
Un político demuestra su verdadera dimensión en la tribuna
de oradores cuando ha de hacer frente a las réplicas y
Emilio Carreira es un maestro a la hora de batirse en estos
lances, porque utilizó la ironía con destreza, el vigor
cuando lo precisó y los juegos de palabras, cuando lo estimó
oportuno. Habló de psicología, de catársis e incluso alguna
cita que le dió intelectualidad a su discurso. Lástima que
no se pueda decir lo mismo de Yolanda Bel.
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