Los últimos tiroteos, dos en
veinticuatro horas y tres en el plazo de una semana,
provocan alarma social en la población. Las circunstancias
de que unos pistoleros encapuchados la emprendan a tiros en
lugares frecuentados por numerosas personas, como la
hamburgueseria de la barriada Juan Carlos I o que en el
Serrallo, lugar al que acuden muchísimos ceutíes a hacer
deporte, se dispare a un individuo, es tan preocupante como
que no se ponga coto a esta situación más propia del Far
West americano o de los parajes almerienses de Tabernas,
hasta donde Sergio Leone llevó el “western” a la gran
pantalla. Ahora bien, la diferencia es que lo que viene
sucediendo en Ceuta no es ciencia-ficción aunque parezca de
película ya que las balas son reales.
Los tiroteos que han sufrido “Stilike” y el hermano menor de
Tafa Sodia, así como la hamburguesería de Juan Carlos I,
representan objetivos claros en una ciudad que no quiere ver
convertidas sus calles en el escenario del Far West, con
ajustes de cuentas, en un entorno en el que impere la ley
del Oeste con pistoleros haciendo de las suyas. En este
punto, y aunque no sea fácil, hay que asumir que la
autoridad competente, ha de poner en marcha con toda
intensidad los mecanismos adecuados para cortar de raíz esta
situación violenta que provoca inseguridad y miedo en la
ciudadanía. Para ello, todos tenemos que apoyar y colaborar
con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Las prácticas mafiosas, las conductas delictivas, y estos
procedimientos propios de matones, no caben en una sociedad
en la que impera el Estado de derecho. Contravenir las
normas establecidas en un sistema de libertades y amparado
por la Constitución, es salirse del sistema. Para quienes
así lo deciden no cabe otra alternativa que el imperio de la
ley.
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