Es la que parece que sigue una
gran parte de la población, cuando llegan estas fechas, y
muy especialmente el mundo estudiantil, que es lo que mejor
tienen anotado, en su “libro de ruta”.
Los tiempos pasan y las costumbres siguen, por más que, en
una sociedad como la de Ceuta, en la que conviven cuatro
culturas, todo lo que apunte a ese Belén pudiera parecer que
se iba degradando.
Afortunadamente, no es así, y lo que había hace cinco años
era muy similar a lo que teníamos hace doce o hace
veinticinco, para no extendernos más hacia atrás.
En la ruta del Belén, o en la de Belén, con todo lo que ha
habido a lo largo del año, todavía no caben ni los
“bárcenas” de turno, ni las excarcelaciones, por muy
piadosas que se muestren, de aquellos que cualquiera de los
muchos malos días que hubo, fueron capaces de asesinar, sin
piedad, al que se les ponía por delante y dejaban a padres
sin hijos, a hijos sin padres, así como a madres enlutadas
para siempre y a viudas con unas pensiones, incluso,
inferiores a las pagas que, ahora, reclaman ciertos
asesinos, tras salir por la “puerta grande” y casi a
hombros, como si hubieran hecho la faena de la temporada en
Las Ventas.
El camino de Belén no nació para eso, y ni siquiera para
tantos adornos, tantas lucecitas y tantas alegrías como
tratan de permitirse algunos. Belén fue algo más sencillo,
de lo que, más tarde, ciertas sociedades se han aprovechado,
camuflando, incluso, las fechas para presentar algo que les
conviene, y muy especialmente en los tiempos difíciles.
Y es que, hoy por hoy, cuando a lo largo de varias semanas
aparecen tantas reuniones de “hermandad”, con cenas
incluidas, lo que se está haciendo es disfrazar la situación
y tapar las muchas necesidades que, ahora mismo, tienen los
sectores más débiles de la sociedad.
Es cierto que, a la vista, se muestra agradable todo
ese”lucerío” que engalana las calles y los establecimientos
comerciales.
Pero la pregunta que pocos o nadie se hace es si desde Belén
se pidió eso, o si, precisamente, se iba en contra de eso.
Puestos a elegir, me quedo con esto último, con lo que todo
lo anterior es una “costra” malévola que ha ido fabricando
la propia sociedad, la nuestra, la que vivimos hoy y la que
vivieron hace años nuestros antepasados.
Y ahora, precisamente, en los momentos de las vacas flacas,
sería el momento en el que, por parte de los educadores,
tendríamos que hacer ver a nuestros alumnos, en cuyas manos
quedará la sociedad futura, que las apariencias de paz,
felicidad y buen humor, no están en tanta lucecita, sino en
saber vivir, en vivir y respirar a pleno pulmón, una
sociedad más limpia, en la que el odio, las matanzas, la
hipocresía y la corrupción están sobrando, porque todo eso
no es lo que salió de Belén.
Cuando llegue a su fin la próxima semana y vayamos entrando
de lleno en la semana de la Navidad, deberíamos dedicar,
aunque tan sólo fueran tres minutos, a tratar de comprender
lo que estamos viviendo y lo que hemos dejado de lado que
sería interesante haber vivido de verdad.
Y es que, seamos más o menos creyentes, lo que no hay que
poner en tela de juicio es que Cristo nació y, a lo largo de
su vida, no fue ningún conformista, no se sometió a las
normas que empequeñecían al hombre, vino por el hombre, vino
a salvar al hombre y eso es lo que hizo que ni siquiera él
se salvara de una muerte cruel.
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