Los planteamientos del Gobierno de
la Ciudad, en un ejercicio de funambulismo político, propio
de cualquier trapecista del Circo del Sol, tratan de
hacernos creer que ellos siempre han defendido la
cualificación que por ley se establece para desempeñar el
puesto de Interventor de la Ciudad Autónoma de Ceuta. Los
razonamientos de Emilio Carreira, que en su función de
portavoz del Ejecutivo se ve obligado a veces a un más
difícil todavía circense, olvidan el reciente
pronunciamiento sobre este particular tanto de la portavoz
accidental, Mabel Deu, como del presidente de la Ciudad,
Juan Vivas, quienes dejaron bien claro que la designación
“digital” (a dedo) que pretendía el Gobierno con la libre
designación del Interventor era más de lo mismo: continuidad
en el puesto de quien no tenía capacidad para desempeñarlo
pero que sí resulta muy propicio, ya que se deposita en él
la confianza que otorga la propia libre designación que es
una cobertura que busca cualquier político que no parece
mostrar buena conciencia, ya que elude con tal designación
de confianza, los procedimientos legales establecidos al
efecto.
Además, en un nueva pirueta, Emilio Carreira se equivocó
ayer al afirmar que la polémica sobre el puesto del
Interventor tiene su origen en que “algunos” no comparten el
“criterio profesional” de la persona de lo ocupa
actualmente. Y se equivoca porque no son “algunos” sino
muchos. Solo hay que escuchar a las numerosas pymes,
autónomos y asociaciones que han tenido que sufrir y siguen
sufriendo ese “criterio” arbitrario, caprichoso y vengativo
de un Interventor aficionado a viajar a Filipinas. Y si el
Gobierno de Vivas se bajara del pedestal en el que se
encuentra y estuviera más cerca de los ciudadanos, lo
sabría.
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