Y no porque se vaya a detener a
cualquiera que lo merezca, en plena calle, sino porque
cualquier vigilante de seguridad lo pueda hacer. De momento
habrá que esperar a ver como termina.
Y debo decir que si no me gusta es porque, afortunadamente,
tenemos unas fuerzas de seguridad que son inmejorables y no
veo por qué razón, en algún momento, puedan ser suplidas,
que no suplantadas, por otros estratos que, en la calle,
nada tendrían que hacer. Es lo que creo y así lo digo.
El Congreso de los Diputados ha dado luz verde a algo que
cada vez me parece menos necesario, esa Ley de Seguridad
Privada.
Y una vez más, el PP, también en esto, se ha quedado casi
solo, aunque en esta ocasión, ellos sabrán por qué, contó
con los votos de CiU y del PNV, que mirándolo desde su base,
por formación, deben ser los primos hermanos del PP, salvo
cuando buscan otras cosas que les interese a ellos, a sus
comunidades autonómicas, pero no a todo el país.
La Ley de Seguridad Privada tendrá que pasar, como es de
rigor, por el Senado y con esta ley se da amparo legal al
“patrullaje”, en espacios abiertos, cosa que puede ser
preocupante, porque es distinto que consideremos espacios
abiertos a zonas comerciales peatonales, a que luego a eso
se vayan uniendo los aparcamientos, las entradas a los
aparcamientos, las zonas de carga y descarga de esas zonas
comerciales y, por extensión, hasta donde se quiera seguir
un poco más.
El diputado del PP por Ceuta, Francisco Márquez, matiza algo
que sobre el papel queda muy bonito, pero en la realidad ya
veremos, eso que dice:”la nueva norma no persigue la
privatización de la seguridad”. Mejor fuera, para ese viaje
“sobrarían todas las alforjas”, pero ya con lo aprobado
queda, cuando menos, cierto tufillo a que, también aquí, se
puede estar abriendo un camino que no sería el más recto
para todos los que pagamos nuestros impuestos y valoramos,
porque hay que valorar, lo que son nuestras Policía
Nacional, Guardia Civil y, también, las policías locales,
allí donde las hay.
Conozco a multitud de vigilantes de seguridad, todos ellos
muy respetables y que se ganan el pan con dignidad. Su labor
ahí ha estado y ahí está, pero lo que no veo, ni mínimamente
potable es que cualquiera de esos vigilantes de seguridad
tenga potestad para podernos detener o retener en la vía
pública y mucho menos que tengan la posibilidad de hacernos
el más mínimo de los registros.
De todas formas y esto es más peligroso aún, hay cierta
ambigüedad cuando se aborda el asunto, de veras, y se puede
dar la circunstancia de una zona comercial de una ciudad
cualquiera que solicite un servicio de seguridad privada y
que los vigilantes se pudieran hacer cargo del control de
esas áreas pero “en coordinación, cuando proceda, con las
fuerzas y cuerpos de seguridad competentes”.
¿Qué es eso de “cuando proceda”?. Ese “cuando proceda”
¿Quién lo tiene que determinar, los vigilantes, los
vigilados o las fuerzas de seguridad?.
Estamos hartos de oír actuaciones de ciertos servicios de
seguridad, especialmente de discotecas, en grandes ciudades,
donde esos servicios de seguridad están conformados por el
más fuerte o por el más intransigente, con lo que eso
conlleva, a veces.
A partir de ahora, pues, los verdaderos hombres de la
seguridad y el orden habrá que ver en qué lugar quedan. Sea
como sea, tengo derecho a que esto no me guste y no me está
gustando nada.
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