Es lo que parece enviarnos el
presidente Vivas, al decir que el descrédito político es un
riesgo para la convivencia democrática.
Y yo creo que no ha matizado bien su frase el presidente de
la Ciudad, porque la auténtica realidad es que la casta
política, es la que con sus actuaciones, que no merecen
ningún tipo de respeto, nos está llevando a aborrecer todo
lo que hace 35 años lo veíamos con un gran optimismo,
mientras que ahora lo hemos empezado a detestar.
Por tanto, no es el descrédito político, es el descrédito de
los que se han hecho profesionales de la política, para
vivir de ella y no para tratar de perfeccionar las
condiciones que nos lleven a una buena convivencia.
Y lo que parece inexplicable es que personas con tantos años
ya metidos, de lleno, en la política puedan decir que hay
que reflexionar y reaccionar. Eso no nos vale, lo que
deberían hacer, a nivel local y a nivel nacional, todos
aquellos que llevan tanto tiempo viviendo de la política, es
hacer las maletas y dejar que lleguen otros, para que no
parezca que los ayuntamientos, las comunidades autonómicas o
el mismísimo Estado es el jardín que han recibido en
herencia para siempre unos cuantos.
La reflexión, pues, la tendrán que hacer los políticos que
manejando todos los entramados de la democracia, la
conveniencia, la decencia y la honradez, piensan que son
ellos mismos la encarnación de todo eso y que primero están
ellos y después el cielo.
Llevamos ya muchos meses, en los que, a nivel nacional y,
también, a niveles locales, al coger por la mañana la prensa
es estar entrando, cada día, en el “capítulo de sucesos”, y
ver cualquier telediario, sea en la cadena que sea, te van
poniendo en el camino del reproche y el odio a toda la
actividad de esta gente, que se han fabricado una profesión,
la de haberse hecho políticos sin saber donde tienen la mano
derecha o sabiendo muy bien, que por ese camino van a vivir
mejor que por su propio trabajo.
Si recorres el espectro político, a nivel nacional, digo que
desde hace ya muchos meses, no te explicas como hoy y hace
tres años hay y hubo personas que lograron altos cargos en
las administraciones locales o estatales, sin haber hecho
otros méritos que pertenecer a un grupo político, haber
sabido bailar el aire al cacique de turno y no haber
mostrado su verdadera personalidad.
Siguiendo con el espectro nacional y viendo a ciertos
personajes que ocupan presidencias de diputaciones, por
ejemplo, y que han logrado el poder que tienen, hay que
decir que sólo un sistema corrupto puede tolerar que gentes
de este “trapío” puedan ostentar cargos así, con mucho
poder, con pocos conocimientos, con hambre de riquezas y con
carencia de escrúpulos para actuar.
Eso a nivel nacional, pero ¿Es diferente a nivel local?.
Sencillamente no, porque si comenzamos por ayuntamientos,
desde mi pueblo hasta el de aquí, nos vamos encontrando con
que sólo la falta de escrúpulos ha hecho que se hayan colado
o colocado, como se colocaron o les han colocado a muchos de
los que empiezan a manejar los hilos para poder emular a sus
“padrinos” en la propia casa.
Y es que hay que ver como la crema y nata de la política de
hoy, también de nuestra tierra, se va acercando, cada vez
más, y cuando hay alguien que puede crear incomodidades
desde fuera, se le hace un huequito dentro y ya tenemos a
otro más metido ahí, con lo que ese no molestará al que
ostenta el poder en el pueblo.
Ejemplos tenemos por docenas, aquí, al otro lado del
estrecho y por cualquiera de las partes que vayamos pasando.
Es el mal de nuestros tiempos, y además, un mal que parece
que no tiene cura.
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