Jamás, el autor de esta obra de
teatro, porque la temática era diferente, llegaría a pensar
que, al correr el tiempo, también una escalera, en Ceuta,
iba a dar tanto para hablar, escribir o ingresar en un
hospital, como la obra original.
Aquí estamos en otra situación y muy poco parece que pinten
los vecinos, si en esa escalera pueden tener problemas
muchas personas de una barriada, en la que falta de casi
todo, y por no tener, no les va a quedar ni un camino normal
para poder llegar, con seguridad, los niños al colegio.
Uno no acierta a ver, con claridad, qué es lo que pasa
últimamente, en Ceuta, y lo que menos querría es ver que se
trate de problemas orquestados, para debilitar a un
presidente de Gobierno, de una ciudad autónoma, o para que
nos entendamos todos, alcalde, que ha perdido parte de la
confianza de muchos de los que creían acérrimamente en él,
en otros tiempos, cuando se hizo legítimamente con una
mayoría absoluta, pero que ahora no parece muy dispuesto a
dejar, así como así, el sillón de la Alcaldía, para que lo
ocupe otro.
Hemos dicho, en repetidas ocasiones, y habrá que repetirlo
que los que se aferran a un sillón, a la larga, lo pasarán
mal, el día que se tengan que levantar de él, y Juan Vivas
parece que está entrando en esa situación.
Jamás hubo, en los últimos 40 años, aquí en Ceuta, una
persona que fuera tan bien acogida, desde que se hizo cargo
de la Alcaldía, como ha sido acogido Juan Vivas, eso hay que
decirlo, aunque el camino que se siguió para que llegara a
ser alcalde no haya sido el más recto de todos. Luego,
cuando concurrió como cabeza de lista, no ha tenido
adversarios que le hayan hecho sombra, y la duda es si ahora
ya los va a tener. Para eso habrá que esperar más de un año,
para poderlo comprobar.
Con todo, mi idea, hoy, no es la de analizar la entrada o la
salida de un alcalde hacia su despacho oficial, hoy lo que
abordamos es la famosa escalera de las inmediaciones del
Tarajal, que lleva con problemas mucho tiempo y ahora los
está teniendo a mayor escala.
Que la situación es problemática nos lo da el hecho de que
la propia consejera de la Presidencia, Yolanda Bel, tenga
que decir, creo que muy acertadamente y en el momento más
idóneo para ello:”Hay que resolver el problema de la
escalera con garantías”.
La frase habla por sí sola, no es cualquier cosa la que
tenemos ahí, ahí hay un auténtico problemazo, que está
trayendo muchos dolores de cabeza, que puede acarrear más y
que todo lo que sea ir prolongando la situación es
descrédito, antes de nada, para el propio Gobierno de la
Ciudad, y tal como van las cosas, tal como está valorándose
al Gobierno, en estos momentos, sería una incongruencia
echar ese problema al baúl de los recuerdos.
Y hay más, en esta frase de Yolanda Bel, “resolver con
garantías”. Ahí está todo lo que hay que hacer y dejar de
lado lo que se ha hecho antes que, tras las palabras de Bel,
se deja traslucir algo así como “una chapuza”.
Y chapuza o más que chapuza debe ser, cuando ya, que se
sepa, ha habido dos accidentes, el de una porteadora de 68
años y el de una vecina de la barriada, mucho más joven, 24
años, pero que, también, ha sufrido los problemas que puede
ocasionar un “paso” en malas o en nefastas condiciones.
Aróstegui que, en público, quiere dejarse ver como el hombre
benefactor de todo, o de la nada, pidió que tras el error
que se había cometido, en la demolición de ese tramo, lo
mejor “es que se vuelva a su estado original”. Ya lo que nos
faltaba, o le faltaba al Gobierno de la Ciudad, tener que
reconocer que, una vez más había errado. ¿Para cuando la
obra?.¿Quién la podrá hacer?. Tiempo al tiempo, no tengamos
prisa.
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