De la capital del Rif, Alhucemas,
a la capital de Marruecos, Rabat, recalando ya el miércoles
27 en Tetuán, la Blanca Paloma capital de la Yebala; en
total unos 1500 kms. arriba y abajo, traqueteados embutido
en un “Patrol” que se comportó como un jabato quedando, por
las tierras de partida, mi competente y atractiva guía “rifía”.
Atrás quedó también la colina de Igueriben y el desfiladero
del Izumar trufado, como todos los accesos a Tensamán, de
efigies del Emir del Rif (Mohamed Ben Abdelkrim El Jatabi) y
el tradicional símbolo amazigh, asumiendo a los imazighen
como el pueblo autóctono del Magreb, colonizado, salvo en
breves lapsos de la historia, por romanos, árabes y europeos
y que poco a poco, desde el Rif al Atlas y el Sus, desde la
Cabilia argelina a Túnez sin olvidarnos de Libia o la
pequeña comunidad aun asentada en Egipto (oasis de Siwa),
pugna por hacer oír su voz. ¿Acaso nos encontramos ante la
eclosión política de una Internacional Amazigh (Beréber
dirían los clásicos) aun en ciernes….? No les quepa duda.
Si en Egipto tiene sentido hablar de la revuelta árabe, en
el resto del norte de África (el Magreb) la cosa no es tan
sencilla. Así me lo confiaba el pasado lunes y en su
flamante consulta de psiquiatra en Rabat, el ex ministro
marroquí de Asuntos Exteriores, mi estimado amigo Saad
Eddine El Othmani, al revisar mi próxima publicación sobre
la mal llamada “Primavera Árabe”: para El Othmani, amazigh
del Suss, “Si en Libia puede hablarse de una revuelta árabo-beréber,
en Marruecos el fenómeno de la llamada Primavera y el
Movimiento del 20-F hay que catalogarlo como beréber-árabe”.
Sin duda. Pues Marruecos, matizo, es un país si bien
arabizado, genética y culturalmente amazigh (beréber) en un
80%. Es lo que hay.
La misma fundación del país se debe a la dinastía bereber-almorávide,
con capital en Marrakech. Remontar la historia marroquí a la
dinastía árabe-shiíta de los Idrisíes es pura mitología,
hagiografía para andar por casa que puede volverse contra
sus autores al entroncar con la Shía (la gran disidencia del
Islam) en un país formalmente sunní-malikí, pero cuya figura
de Amir Al Moumenim o Príncipe de los Creyentes y su
pretendida legitimidad xerifiana (descendiente en este caso
de Mahoma, vía su hija Fátima) es, insisto, Shií y no Sunní:
para la Sunna, el título de Emir o Califa es accesible… a
cualquier musulmán. Y esta reflexión, en el amable y mágico
Reino de Marruecos, puede llevarnos por insospechadas
veredas.
Volviendo al desastre del ejército español en Annual batido
por las insurgentes harkas de Abdelkrim, posterior Emir de
la efímera República del Rif y en ningún caso por ningún
pretendido “ejército marroquí” como defiende machacona y
arteramente la hagiografía majzeniana, fui obsequiado por el
Dr. Othmani con tres volúmenes recientemente publicados por
Iberdrola bajo el título “El Protectorado de España en
Marruecos: la Historia Trascendida”, cuya existencia conocí
en septiembre (la obra no se encuentra en librerías) por mi
estimado amigo el Cónsul General de España en Tetuán, Carlos
Díaz Valcárcel. Da la casualidad que El Othmani fue
prologuista (Reflexiones Preliminares. España y Marruecos:
visiones de un siglo de influencias) junto a su entonces
homólogo español y titular de Exteriores, García-Margallo.
A la par que tiende inteligente y elegantemente la mano (“La
franqueza histórica es el camino de la reconciliación con la
memoria”), El Othmani reflexiona sobre, entre otros, “los
excesos de la Guerra del Rif” o “los sucesos de la Batalla
de Annual (1921). Y aquí, volviendo al drama de Annual y la
posterior ofensiva española que desembocó en el desembarco
de Alhucemas de 1925, se encontrarían los “excesos” (¿acaso
hay alguna guerra sin ellos?), travestidos de algunas
cabezas de rifeños cortadas y el polémico asunto del
bombardeo con gases tóxicos.
Claro que previamente y por parte de las harkas de Abdelkrim,
nos encontramos con mutilaciones salvajes, sevicias de todo
tipo, torturas y la masacre de varios miles de soldados,
algunos de ellos quemados vivos como los oficiales de Zeluán,
tras rendirse confiando en el ofrecido “amán” (perdón), por
no hablar del escabroso asunto de los prisioneros de guerra
en Axdir.
Crímenes de guerra que empañan y ponen a los pies de los
caballos de la historia el oscuro papel de la República
(Islámica, la acotación es mía) del Rif y esto no hay Rosita
de Madariaga que lo salve, junto a las responsabilidades
directamente militares que implican directamente al General
Silvestre y por elevación a su superior, el General
Berenguer, pues como se advierte en “La tramoya de nuestra
actuación en Marruecos”, obra del Teniente General Francisco
Gómez-Jordana Souza, ”Para que nada faltase en el cuadro de
dificultades, el frente establecido en la región de Melilla
era absurdo y punto menos que insostenible”. A fe mía y si
no gusta que salga el Sol por Antequera, los soldados y
oficiales muertos en Annual fallecieron dos veces: cuando
los mataron como es obvio y, previamente, cuando los
metieron en aquella encerrona, escasos de instrucción y
ayunos de medios materiales.
Por no hablar de la misma Monarquía Alfonsina, siendo un
tanto vergonzante en mi opinión que la base de las FAS en
Melilla haya sido bautizada “Alfonso XIII”, como si no
hubiera nombres: comandante Benítez por ejemplo.
Ya en Tetuán me encuentro a media tarde del miércoles
pateando la popular Plaza Muley el Mehdi (antigua y popular
“Plaza Primo”), donde varias entidades islamistas lideradas
por el Movimiento Unicidad y Reforma (MUR, matriz ideológica
del PJD), la Federación Nacional del Trabajo (FNT) y la
Organización de Renovación Estudiantil (ORT) tuvieron la
simpática y “oportuna” idea de “festejar” a su modo la
tradicional celebración judía de la Januká (o Fiesta de las
Luces) organizando una concentración (de escaso seguimiento
por cierto) contra a su juicio la judaización de Jerusalén,
obviando por otro lado lo que es un hecho: la islamización
del patrimonio hebreo.
El resultado para este escribano del limes es que, por mor
de levantar acta, me perdí la pequeña fiesta que la
comunidad judía de Ceuta, siempre Ciudad Querida, celebraba
en la Plaza de los Reyes. Será para otra vez. En cualquier
caso y a toro pasado mi felicitación, javerim, tanto a los
judíos de la Diáspora como a los de Eretz Israel: Janucá
sameaj le culam. Visto.
|