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OPINIÓN - DOMINGO, 1 DE DICIEMBRE DE 2013

 

OPINIÓN / SNIPER

De Alhucemas a Rabat
 


José Luis Navazo
yebala07@yahoo.es

 

De la capital del Rif, Alhucemas, a la capital de Marruecos, Rabat, recalando ya el miércoles 27 en Tetuán, la Blanca Paloma capital de la Yebala; en total unos 1500 kms. arriba y abajo, traqueteados embutido en un “Patrol” que se comportó como un jabato quedando, por las tierras de partida, mi competente y atractiva guía “rifía”. Atrás quedó también la colina de Igueriben y el desfiladero del Izumar trufado, como todos los accesos a Tensamán, de efigies del Emir del Rif (Mohamed Ben Abdelkrim El Jatabi) y el tradicional símbolo amazigh, asumiendo a los imazighen como el pueblo autóctono del Magreb, colonizado, salvo en breves lapsos de la historia, por romanos, árabes y europeos y que poco a poco, desde el Rif al Atlas y el Sus, desde la Cabilia argelina a Túnez sin olvidarnos de Libia o la pequeña comunidad aun asentada en Egipto (oasis de Siwa), pugna por hacer oír su voz. ¿Acaso nos encontramos ante la eclosión política de una Internacional Amazigh (Beréber dirían los clásicos) aun en ciernes….? No les quepa duda.

Si en Egipto tiene sentido hablar de la revuelta árabe, en el resto del norte de África (el Magreb) la cosa no es tan sencilla. Así me lo confiaba el pasado lunes y en su flamante consulta de psiquiatra en Rabat, el ex ministro marroquí de Asuntos Exteriores, mi estimado amigo Saad Eddine El Othmani, al revisar mi próxima publicación sobre la mal llamada “Primavera Árabe”: para El Othmani, amazigh del Suss, “Si en Libia puede hablarse de una revuelta árabo-beréber, en Marruecos el fenómeno de la llamada Primavera y el Movimiento del 20-F hay que catalogarlo como beréber-árabe”. Sin duda. Pues Marruecos, matizo, es un país si bien arabizado, genética y culturalmente amazigh (beréber) en un 80%. Es lo que hay.

La misma fundación del país se debe a la dinastía bereber-almorávide, con capital en Marrakech. Remontar la historia marroquí a la dinastía árabe-shiíta de los Idrisíes es pura mitología, hagiografía para andar por casa que puede volverse contra sus autores al entroncar con la Shía (la gran disidencia del Islam) en un país formalmente sunní-malikí, pero cuya figura de Amir Al Moumenim o Príncipe de los Creyentes y su pretendida legitimidad xerifiana (descendiente en este caso de Mahoma, vía su hija Fátima) es, insisto, Shií y no Sunní: para la Sunna, el título de Emir o Califa es accesible… a cualquier musulmán. Y esta reflexión, en el amable y mágico Reino de Marruecos, puede llevarnos por insospechadas veredas.

Volviendo al desastre del ejército español en Annual batido por las insurgentes harkas de Abdelkrim, posterior Emir de la efímera República del Rif y en ningún caso por ningún pretendido “ejército marroquí” como defiende machacona y arteramente la hagiografía majzeniana, fui obsequiado por el Dr. Othmani con tres volúmenes recientemente publicados por Iberdrola bajo el título “El Protectorado de España en Marruecos: la Historia Trascendida”, cuya existencia conocí en septiembre (la obra no se encuentra en librerías) por mi estimado amigo el Cónsul General de España en Tetuán, Carlos Díaz Valcárcel. Da la casualidad que El Othmani fue prologuista (Reflexiones Preliminares. España y Marruecos: visiones de un siglo de influencias) junto a su entonces homólogo español y titular de Exteriores, García-Margallo.

A la par que tiende inteligente y elegantemente la mano (“La franqueza histórica es el camino de la reconciliación con la memoria”), El Othmani reflexiona sobre, entre otros, “los excesos de la Guerra del Rif” o “los sucesos de la Batalla de Annual (1921). Y aquí, volviendo al drama de Annual y la posterior ofensiva española que desembocó en el desembarco de Alhucemas de 1925, se encontrarían los “excesos” (¿acaso hay alguna guerra sin ellos?), travestidos de algunas cabezas de rifeños cortadas y el polémico asunto del bombardeo con gases tóxicos.

Claro que previamente y por parte de las harkas de Abdelkrim, nos encontramos con mutilaciones salvajes, sevicias de todo tipo, torturas y la masacre de varios miles de soldados, algunos de ellos quemados vivos como los oficiales de Zeluán, tras rendirse confiando en el ofrecido “amán” (perdón), por no hablar del escabroso asunto de los prisioneros de guerra en Axdir.

Crímenes de guerra que empañan y ponen a los pies de los caballos de la historia el oscuro papel de la República (Islámica, la acotación es mía) del Rif y esto no hay Rosita de Madariaga que lo salve, junto a las responsabilidades directamente militares que implican directamente al General Silvestre y por elevación a su superior, el General Berenguer, pues como se advierte en “La tramoya de nuestra actuación en Marruecos”, obra del Teniente General Francisco Gómez-Jordana Souza, ”Para que nada faltase en el cuadro de dificultades, el frente establecido en la región de Melilla era absurdo y punto menos que insostenible”. A fe mía y si no gusta que salga el Sol por Antequera, los soldados y oficiales muertos en Annual fallecieron dos veces: cuando los mataron como es obvio y, previamente, cuando los metieron en aquella encerrona, escasos de instrucción y ayunos de medios materiales.

Por no hablar de la misma Monarquía Alfonsina, siendo un tanto vergonzante en mi opinión que la base de las FAS en Melilla haya sido bautizada “Alfonso XIII”, como si no hubiera nombres: comandante Benítez por ejemplo.

Ya en Tetuán me encuentro a media tarde del miércoles pateando la popular Plaza Muley el Mehdi (antigua y popular “Plaza Primo”), donde varias entidades islamistas lideradas por el Movimiento Unicidad y Reforma (MUR, matriz ideológica del PJD), la Federación Nacional del Trabajo (FNT) y la Organización de Renovación Estudiantil (ORT) tuvieron la simpática y “oportuna” idea de “festejar” a su modo la tradicional celebración judía de la Januká (o Fiesta de las Luces) organizando una concentración (de escaso seguimiento por cierto) contra a su juicio la judaización de Jerusalén, obviando por otro lado lo que es un hecho: la islamización del patrimonio hebreo.

El resultado para este escribano del limes es que, por mor de levantar acta, me perdí la pequeña fiesta que la comunidad judía de Ceuta, siempre Ciudad Querida, celebraba en la Plaza de los Reyes. Será para otra vez. En cualquier caso y a toro pasado mi felicitación, javerim, tanto a los judíos de la Diáspora como a los de Eretz Israel: Janucá sameaj le culam. Visto.
 

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