La sensatez, el entendimiento y,
como dice el propio presidente de la Confederación de
Empresarios, Rafael Montero Ávalos, “el triunfo del diálogo”
ha encontrado una salida airosa a la tramitación del
Documento Unificado Aduanero (DUA), que hasta el pasado mes
de octubre se venía gestionando sin problema alguno por las
Agencias de Aduanas a través de la subvención de 80.000
euros de la Ciudad Autónoma y que tras el cambio de fórmula
a la autoliquidación por parte de los empresarios por vía
telemática o por el servicio postal de Correos, ha supuesto
un colapso tan espectacular como innecesario. La falta de
personal y preparación en Correos ha llevado a la Agencia
Tributaria a reflexionar sobre el asunto tras la petición de
empresariado local que se veía seriamente afectado en sus
intereses.
La vuelta al “statu quo”, permitiendo a los comerciantes
recoger sus mercancías en la Aduana con la presentación del
documento del DUA impreso e incluso a mano en lugar de
hacerlo telemáticamente como se les había impuesto desde
octubre, pone cordura y sensatez a una problemática
situación que parecía un sin sentido. Las nuevas exigencias
habían provocado más problemas que soluciones o fluidez en
los despachos de paquetería. Ahora aún queda un problema por
resolver: la situación de los libreros que ven incrementar
en 14 euros sus libros, algo que resulta imposible cara a la
venta porque se trata de un producto con precio fijo, lo que
conllevaría pérdidas insoportables para el sector, al quedar
fuera de mercado los precios y, por tanto, nada
competitivos. Un asunto que induce a plantearse cómo los
sesudos expertos en economía fiscal, no son capaces de
contemplar estas peculiaridades de Ceuta para implantar
fórmulas fracasadas que ellos mismos invalidan en poco
tiempo.
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