La polémica está servida. Este
Gobierno de la Ciudad tiene la rara habilidad de soliviantar
a cualquier sector medianamente productivo y navegar contra
corriente: en época de crisis, cuando el mismo Ejecutivo de
Juan Vivas recurre a la austeridad para garantizar la
sostenibilidad del sistema económico local, no se aplica así
mismo esta receta y, muy al contrario, parece pretender la
asfixia económica de los hosteleros de terrazas al aplicar
una tasa que repercute directamente en su supervivencia como
negocio. Una decisión que no se entiende y que va a ser
contestada por el sector, alarmado por una medida que les
podría herir de muerte.
Un Gobierno que ha hecho alarde de no aumentar la presión
fiscal y de reclamar en todos los foros las singularidades
de Ceuta, vuelve a entrar en contradicción una vez más,
adoptando una decisión no ya impopular sino también dura,
peligrosa y que amenaza con el cierre a muchísimos negocios
que no tendrían más salida que bajar la persiana y despedir
empleados. Ante este sombrío horizonte de caos en todas sus
dimensiones, un Gobierno no puede ser insensible a lo que es
un clamor popular de empresarios y trabajadores.
Una actuación de esta naturaleza en contra del propio
turismo y de un atractivo para nuestras calles, no es de
recibo como tampoco lo sería mantenerse en el error, contra
viento y marea, cuando el propio Gobierno de la nación ha
fijado el 2015 como el año de la recuperación económica. No
se entiende que el Ejecutivo Vivas vaya por libre y no tenga
como horizonte para aplicar sus “recetas” económicas vía
impuestos, tasas u ordenanzas, ese mismo 2015, sino que
busca una ejecución inmediata. Ejecución en todos los
sentidos porque sería cercenar la actividad económica.
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