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OPINIÓN - VIERNES, 29 DE NOVIEMBRE DE 2013

 
OPINIÓN / EDITORIAL

El agotamiento de la acción política del Gobierno de Vivas

La problemática de toda índole se acumula en el entorno a un Gobierno que parece agotado. Distintos son los ámbitos de la conflictividad: los propietarios de terrazas descontentos con las exigencias y las tasas que se les quieren fijar, el colectivo de la empresa de limpieza Trace por no cubrirse las plazas de jubilaciones al no estar recogidas en el pliego de condiciones suscrito con la Ciudad Autónoma, el recelo del personal de la GIUCE que no acaba de confiar en la reestructuración del sector público, el problema marítimo que padecemos por estar aún sin resolver el contrato de interés público, la situación del Polígono del Tarajal y el colegio Principe Felipe y, en definitiva, todo un cúmulo de malas sensaciones que nos llevaría a pensar que ésta no es una ciudad para locos sino para políticos inútiles, incapaces de dar respuesta convincente y práctica a los problemas de cada día, que son los que realmente preocupan a sus ciudadanos y no esas obras faraónicas que únicamente tienen un propósito electoral y de perpetuar sus nombres en el alarde más descarado del egocentrismo enfermizo y de altanería bochornosa. Damos pasos de gigante para atrás, con lo que cuesta darlos para adelante.

Ceuta no está para sobresaltos y, menos, para desatender el sentir y las demandas de los colectivos que configuran un espectro de claroscuros donde resalta el agotamiento de la acción política del Gobierno de Vivas. Esta es una ciudad en la que, aparte de mostrar dificultades para aterrizar a todo el que llega a ella, también muestra una idiosincrasia y unas peculiaridades que requieren de políticos con coraje, decisión y efectividad. El diabólico género tan al uso de reuniones y más reuniones, no deja de ser una pérdida de tiempo si no se traducen en solucionar cuanto se aborda. Si cualquiera de nosotros cometiera en su trabajo errores del calibre de los que se descubren cada día a los políticos, lo normal es que no volvieramos a trabajar. Deberían despedirles a todos, no a los demás, sino a ellos.
 

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