Todos los tenían claro menos los
responsables de la Ciudad y de la Delegación del Gobierno,
cuya ineptitud demostrada para darle una solución al
problema del trasiego de porteadores y entrada y salida de
escolares del colegio del Príncipe Felipe ha quedado más que
manifiesta.
Ayer, los hechos vinieron a dar la razón a los padres y las
madres de los alumnos del centro escolar, que desde la
semana pasada vienen protagonizando acciones de protestas
para que las dos administraciones dieran una solución al
problema.
Las grandes cabezas pensantes de ambos organismos a buen
seguro que estuvieron horas y horas deliberando cual era la
mejor respuesta que se podía dar para erradicar el problema.
Al final, el viernes de la semana pasada la solución vio la
luz. Se enviaba a los empleados de Obimace para que
construyeran un muro que servía de tapia para la escalera
que discurre entre la rotonda de la frontera del Tarajal y
el camino, si se puede llamar así, que conduce hasta el
polígono del mismo nombre.
Como la feliz idea tuvo de inmediato la repulsa de todo el
mundo, seguramente hasta de los que pusieron los ladrillos,
el padre de la idea ordenó dar marcha atrás. El muro fue
derribado ipso facto, pero claro el problema seguía sin
solución.
Pues nada, vuelta a empezar. De inmediato se hizo la luz y
la bombilla se encendió. Albricias, ya tenemos la solución
diría alguno. Las órdenes fueron cursadas a los empleados de
inmediato y estos se pusieron manos a la obra. Demolición de
un tramo de la escalera. La solución terminó cabreando más a
los padres de los alumnos y ayer tuvo como resultado la
caída de una porteadora de 68 años desde unos tres metros de
altura, que se saldó con una fractura de cadera.
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