Vergüenza ajena y grima es lo que
he sentido al leer un artículo escrito por el senador José
Luis Sastre y publicado el pasado día 17 bajo el título
“¿Dónde están los Wally-Caballas?” en el que, una vez más,
un miembro del Partido Popular utilizaba el dolor de las
víctimas del terrorismo para hacer política y electoralismo
sucio.
En su escrito, nuestro senador critica la ausencia de la
oposición en concentraciones de diversa índole y aprovecha
para arremeter contra la izquierda “social-comunista”.
Sastre sostiene que aquellos que no acuden a manifestaciones
religiosas intentan presumir de “superioridad moral y
progresista” y que faltar a las de contenido “patriótico”
debe ser porque “no es progre sentirse español”. Dos
chorradas dignas de la bajeza intelectual de la que siempre
hace gala esta derecha que sufrimos. No es que sean tontos,
sino que toman por tontos a los ciudadanos.
Lo que Sastre pretende afirmando tales simplezas no es, ni
más ni menos, que sumar votos. Igual que Toni Cantó (UPyD)
pretendió ganar votantes entre los varones divorciados
soltando comentarios machistas sin argumentación en twitter,
don José Luis pretende hacerlo apelando a dos clásicos del
conservadurismo español: el sentimiento religioso y el
patriotismo de pandereta. Digo de pandereta porque el
patriotismo que reivindica el PP no es un patriotismo
verdadero, sino patrioterismo de pulserita, el patriotismo
de Torrente y Manolo el del bombo. Ser patriota es defender
los derechos de tus compatriotas. Ser patriota es defender
los servicios públicos, el derecho a Educación de todos y
todas con independencia de su capacidad económica, el
derecho a Sanidad y los derechos laborales. Un patriota
jamás estaría de parte de la alcaldesa de Madrid (PP), Ana
Botella, sino del lado de los trabajadores que se pusieron
en huelga para impedir el despido de más de 1.000
compañeros. Acudir a actos como los que reivindica Sastre en
su artículo (la entrega de una banderita española a un buque
de guerra, por ejemplo) no demuestra más patriotismo. Es
vergonzoso que todo un senador pretenda manipularnos de este
modo. Las manifestaciones que demuestran el patriotismo son,
precisamente, aquellas a las que no asistirá nunca un
dirigente del Partido Popular: las que defienden los
derechos de todos y todas, las que defienden los servicios
públicos que su partido al servicio de la banca y el poder
económico se ha propuesto destruir por orden de la Troika.
Vaya patriotas.
No es nuevo que la derecha use la religión y el
patrioterismo, como no es nuevo que acuda al terrorismo.
Dice Sastre que no tiene justificación que Caballas y PSOE
no acudiesen al acto convocado el pasado 27 de octubre por
las asociaciones de víctimas del terrorismo “en apoyo a ese
colectivo”. Aquí, lo que hace este señor es inventarse el
motivo de las concentraciones. La concentración de aquel día
no era en apoyo de las víctimas, sino en rechazo de la
sentencia del Tribunal de Estrasburgo. Para Sastre, apoyar a
las víctimas es estar en contra de lo que dicen los
Tribunales de Derechos Humanos. Ese es el nivel. Según este
señor, o estás en contra de la sentencia o le estás faltando
al respeto a las víctimas. Es patético. No, señor Sastre.
Estar a favor de la sentencia de Estrasburgo no es faltar al
respeto a las víctimas del terrorismo. Faltar al respeto a
las víctimas es lo que hicieron varios sectores de la
derecha con, por ejemplo, Pilar Manjón, madre de una de las
víctimas de esos atentados de Atocha de 2004 que fueron
manipulados por el Partido Popular y que a día de hoy siguen
constituyendo el mayor ataque terrorista sufrido en nuestra
historia. Los ataques a esta señora por el simple hecho de
pertenecer a CCOO y no apoyar las tesis de la derecha sí que
fueron una ofensa, no sólo para las víctimas, sino para
todos los que tenemos un mínimo de sensibilidad.
Por si no quedaran claras las intenciones del escrito del
señor Sastre, termino el mío citando textualmente el final
del suyo: “Espero que el pueblo de Ceuta, todos los hombres
y mujeres, recuerden a esos políticos estas afrentas cuando
vuelvan a reclamarles su voto para seguir NO
representándoles”. Esto, amigos, es usar el terrorismo para
fines electorales. Y a mí me repugna. Juzguen ustedes.
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