Lo que nos faltaba ya, para que se
dé otro empujoncito a ir apartando de nuestra propia vida
cuotidiana a la propia Iglesia.
Y es que, con la cantidad de asuntos importantes que, en
nuestros días, tiene la propia Iglesia, que ahora mismo
salga a escena todo un arzobispo, y de Granada, no de
cualquier sitio, dejando aconsejar la sumisión de la mujer,
es como para cerrar la puerta y no detenerse, ni siquiera,
al toque de las campanas.
Hace pocos días, yo oía a alguien, tras esas reuniones del
PSOE, que lo primero que había que hacer era eliminar la
casilla referente a la Iglesia, en el IRPF, algo que me
molestó sobre manera y que no podemos aceptar nadie de los
que, en su día, hemos nacido en el seno de la Iglesia
Católica.
Yo, personalmente, rechazo eso de quitar un apartado al que
se puede acudir libremente quien quiera, repito que lo
rechazo, pero siendo sinceros consigo mismos, por la misma
regla de tres, tenemos que rechazar esos consejos, tan a
destiempo, que parte ahora del círculo del señor arzobispo
en ese:”Cásate y sé sumisa”, sólo faltaba a esto haber
añadido:”hasta que te quiera maltratar”.
Es de suponer que alguien le debe hacer reflexionar, para
que se retracte de esa incongruencia que acaba de aceptar.
Y no es extraño que, en estos momentos, recorra, en la mayor
parte de las parroquias de Granada, un profundo malestar,
por estas recomendaciones.
No se puede ver de otra forma. Hay cientos de sacerdotes,
con pocos medios y con mil dificultades, que tratan de
mantener viva la llama eterna, hasta que salta un “jerifalte
eclesial” con esa tolerancia de sumisión por parte de la
mujer, en los momentos más críticos, ahora, cuando docenas
de mujeres, cada año, mueren por la barbarie y la brutalidad
de ciertos hombres, más cercanos a las bestias que al propio
hombre.
Muy mal, muy poco acertada, ha estado la
“orden-sugerencia-aceptación” de Francisco Javier Martínez.
El arzobispo se ha columpiado y se ha columpiado en el
terreno más resbaladizo que tenía a sus pies, por lo que
nada me extraña, y estoy a mil años luz de ellos, que
Izquierda Unida haya pedido en Granada la actuación de la
Fiscalía, por si esas palabras, título del libro,
representan una clara apología de la violencia, en contra de
las mujeres.
La editorial Nuevo Inicio, presidida por el arzobispo de
Granada, no ha tenido tino y el arzobispo menos, al haber
dado de paso algo que atenta contra la propia mujer.
Las críticas llueven por todas partes y aquí parece que el
“vale todo” está llegando a demasiados rincones de la
Iglesia, contra la que no sólo van aquellos que se enfrentan
a la Iglesia como tal, sino también aquellos otros que
queriendo ser más papistas que el Papa, con sus palabras,
con sus recomendaciones y con sus formas de manifestarse
están atentando contra parte de la sociedad y contra la
propia Iglesia.
Y no está hoy la Iglesia para que desde dentro se le tire
barro, los tiempos no le son los más favorables, por lo que
es una ignominia que sea, desde dentro, desde donde,
también, se la ataca.
Desde hace muchos años yo, que soy seguidor a ultranza del
mundo taurino, vengo diciendo que la ruina y el problema de
la fiesta de los toros viene desde dentro, desde los propios
taurinos, pues bien, con la Iglesia parece que puede ocurrir
otro tanto, si hasta un arzobispo es capaz de aceptar,
respecto a la mujer, eso de “Cásate y sé sumisa”. No sé si
el monseñor tiene madre o si tiene hermanas, pero lo que no
creo que aceptara es que a su madre, en su día, o a sus
hermanas hoy se las sometiera, como hace cien años, por
ejemplo. Los tiempos cambian, para la Iglesia, también.
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