Hogar?... ¨ ¿Ocupación?... ¨ ¿Familia?... ¨ ¿Ya? En
ocasiones, aquellos que no conocen la tradición espiritual
hindú piensan que para alcanzar la felicidad hay que dejar
el trabajo, romper con la familia, abandonarlo todo y tan
solo sentarse a meditar y recitar un mantra. Si el mundo y
lo que contiene es material, piensan, para ser espiritual
habrá que dejarlo todo.
Hubo alguien que también pensó lo mismo, un hombre llamado
Kurma, que vivió en el siglo quince en el sur de la India.
Nacido en una familia de brahmanas, la clase sacerdotal,
parece que se trataba de un hombre rico seguidor del modo de
vida védico. Materialmente hablando, él y su familia estaban
bien situados.
En aquella época en la India, había aparecido el gran santo
y reformador espiritual Sri Chaitanya Mahaprabhu (para
muchos, una encarnación del Señor Krishna) para difundir el
bhakti-yoga (el amor por Dios) mediante el canto del mantra
Hare Krishna (también conocido como el maha mantra o gran
mantra). Para llevarlo a cabo, Sri Chaitanya había aceptado
los votos de sannyasa, por los que se renuncia para siempre
a las comodidades de la familia y el hogar, y se encontraba
viajando por el sur de la India.
Iba de aldea en aldea llevado por el éxtasis de la devoción
pura, enseñando a la gente a cantar el maha mantra La gente
a la que enseñaba, a su vez se lo enseñaba a otros y, de
este modo, se iba propagando el dharma.
En el curso de su viaje, el Señor Chaitanya llegó a la aldea
de Kurma. Aprovechando esta oportunidad, con gran respeto y
devoción, Kurma invitó al Señor Chaitanya a su casa. Allí,
Kurma lavó los pies del Señor de acuerdo a la etiqueta
védica, como señal de respeto. Después Kurma alimentó al
Señor, lo mejor de acuerdo a sus humildes posibilidades.
A continuación Kurma se acercó al Señor Chaitanya y Le dijo:
“Incluso Brahma, el semidiós que se encarga de la creación,
medita en Tus pies de loto, y hoy esos pies han entrado en
mi hogar. El alcance de mi buena fortuna no puede
describirse. Hoy mi nacimiento, mi familia y mi riqueza
tienen un significado glorioso”.
A continuación Kurma expresó sus deseos: “Mi Señor, se
misericordioso conmigo y permíteme ir contigo. Ya no puedo
aguantar más las olas de la miseria de la vida
materialista”.
Inevitablemente, la vida de un casado significa
dificultades, se encuentra llena de problemas, enredos.
Incluso sus placeres son problemas, pues por culpa de la
felicidad familiar puede perderse el equilibrio espiritual.
Cuando se empieza un hogar y una familia, la espiritualidad
puede pasar a segundo plano, como un papel de pared que ha
perdido su dibujo. Así que aunque Kurma parecía
materialmente feliz, quería dejar su hogar.
Sin embargo, el Señor Chaitanya tenía otro punto de vista.
“No hables así nunca más”. Le dijo: “Mejor estar en casa
cantando el santo nombre de Krishna”.
La conciencia de Krishna es práctica. En el nivel de madurez
es posible dejar atrás la familia y el hogar, para vivir
exclusivamente para Krishna. Pero, hasta entonces, hay que
estar en casa y continuar con el trabajo, elevándose por
encima de las ilusiones, siguiendo los principios
regulativos y cantando Hare Krishna. Esos principios son
cuatro: no participar en los juegos de azar, seguir la dieta
vegetariana, no consumir estupefacientes y una vida sexual
regulada. Si se siguen estos cuatro principios y se medita
en Dios y se recita su santo nombre, es posible estar
apartado de las ilusiones y progresar firmemente en la vida
espiritual.
El Señor Chaitanya le dijo además a Kurma: “A cualquiera que
encuentres, háblales del mensaje de Krishna. De este modo,
por Mi orden, conviértete en un maestro espiritual y libera
esta tierra”. Siguiendo las enseñanzas del Señor Chaitanya,
bajo la guía de un maestro espiritual, es posible enseñar el
sanatan dharma, la espiritualidad hindú a los demás. De este
modo, la propia vida se hace perfecta y también se ayuda a
los demás a perfeccionar sus vidas.
El Señor Chaitanya concluyó: “Si sigues Mi instrucción, las
olas de la vida materialista no impedirán tu progreso
espiritual. Sigue estos principios, y nos volveremos a
encontrar, o lo que es mejor, jamás perderás Mi compañía”.
No es necesario “abandonarlo todo”. Lo único que hay que
hacer es seguir la instrucción del Señor Chaitanya, y
continuar con nuestras obligaciones con la familia, la
sociedad y el país sin descuidar nuestra vida espiritual, y
al mismo tiempo, compartir con los demás sin distinción de
raza o credo nuestra maravillosa cultura védica.
*Es sacerdote hindú (purohit) maestro de yoga (yoga-acharya)
doctor en filosofía tradicional hindú. Autor de 12 libros y
numerosos artículos en revistas y periódicos. Su último
libro es “Entre la materia y el espíritu” que se encuentra
promocionando por toda España.
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