Puede ser la gran obra que, ni mi
generación, ni las cuatro siguientes, veamos realizada, a
pesar de que con ella tendríamos la unión definitiva entre
África y Europa.
Lo malo que hay aquí es que ninguna de las dos partes del
Estrecho están preparadas, económicamente hablando, para
meterse en una obra de tal envergadura.
Es cierto que, al otro lado de la frontera, y no para
reivindicar nada especial ahora, eso al menos es lo que
parece, sino para estar más unidos con la otra parte, a cada
instante están lanzando y relanzando la idea de ese túnel
submarino en el estrecho, otra apuesta más, pero que se
quedará, como tantas otras veces, en una simple apuesta.
Hace un par de días, uno de los ministros de Marruecos,
concretamente el de Transportes, en una entrevista concedida
a la agencia oficial marroquí MAP volvía a relanzar ese
proyecto.
Naturalmente, Marruecos quiere más mirar para Europa que
volver la vista hacia su propio continente, África, y no
parece muy casual el que el propio ministro, Boulif, en
Bruselas, donde participaría en una conferencia euro
mediterránea, indicara que Marruecos tratará de presentar a
sus socios de Europa un proyecto técnicamente factible en un
plazo de tres años.
El proyecto puede presentarse en tres, en cinco o en los
años que quieran, pero la obra, eso ya será otro cantar,
porque habrá que contar con problemas de infraestructuras,
con problemas económicos oficiales y con más problemas
económicos particulares.
La idea, pues, plausible, la realización necesitará un
compás de espera, al menos hasta que la crisis, que azota,
especialmente, a Occidente, se haya salvado.
Y como a quien más interesa es al propio Marruecos, su
ministro trata de embaucar a todos los países de la región
que, de momento, son España y Marruecos, no creo que haya
muchos más a los que interese este invento.
Con estas perspectivas, Najib Boulif empujaba a “todos los
países de la región” – ya veremos a ver quien entra en el
juego – a que “inscriban la cuestión del túnel, en las
prioridades de la agenda mediterránea”.
Más de 29 años lleva dándose vueltas al enlace
España-Marruecos, mediante el llamado “proyecto de Enlace
Fijo”, que se dio a conocer en 1989 y que, en principio,
preveía la construcción de un puente para unir Europa y
África.
La idea, sobre el papel, estaba muy bien, era bonita y,
acaso, romántica, pero sobre el Estrecho las cosas no son
iguales, con lo que antes de que terminara el siglo XX, la
idea se aparcó en algún cajón que nunca se volvió a abrir.
De aquí, más tarde, todavía en pleno siglo XX, salió esta
otra perspectiva, con la idea de un túnel ferroviario,
similar al hecho en el Canal de La Mancha, que separa
Francia de Gran Bretaña.
Claro que lo que parece que ignoraban los que lanzaron esta
idea es que, ni Francia es Marruecos, ni España es Gran
Bretaña, y todavía han olvidado más, creo que será por
desconocimiento, al tratar de equiparar el Canal de La
Mancha con el estrecho de Gibraltar.
Lo dicho, en el papel, queda muy bien, muy bonito, en la
realidad, de momento, se trataría de una obra faraónica que
España no podría sufragar y otro tanto le pasaría a
Marruecos.
Además, y todo hay que valorarlo, ¿A quién le podría
interesar más, a África o a Europa?. Eso sería discutible,
pero lo que no puede ser, no puede ser y, además, es
imposible. Eso es lo que hay ahora, más tarde, en el siglo
XXII ya lo verán los que vivan, pero nosotros, todavía, para
ir a la Península, tendremos que seguir usando FRS, Acciona
o Balearia, y a los de Marruecos les seguirá pasando otro
tanto de lo mismo.
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