La psicóloga y decana del Colegio de Psicólogos de Ceuta,
Lola Escalante, fue la encargada ayer de clausurar las I
Jornadas de Intervención Psicológica ante situaciones de
crisis, emergencias y catástrofes. El último día de jornadas
comenzó a las 16.30 horas, con la ponencia del psicólogo y
profesor de la Universidad de Granada, Francisco Cruz
Quintana, quien habló acerca de la ‘Intervención en crisis:
cuidados paliativos e indicadores de sufrimiento en niños
con enfermedades crónicas graves’. La última de las charlas
corrió a cargo del médico espcialista en Urgencias y
Emergencias, Fernando Díaz Rivera.
La psicóloga y decana del Colegio de Psicólogos de Ceuta,
Lola Escalante, fue la encargada de clausurar ayer las I
Jornadas de Intervención Psicológica ate situaciones de
crisis, emergencias y catástrofes, la cual tuvo lugar en el
Salón de Actos del Palacio de la Asamblea. Dos fueron las
ponencias elegidas para el último día. Por un lado, la del
médico especialista en Urgencias y Emergencias, Fernando
Díaz Rivera, con su intervención sobre ‘Ayudar a los que
ayudan. Aspectos emocionales de los equipos sanitarios’.
Otra de las charlas ofrecidas ayer corrió a cargo del
psicólogo y profesor de la Universidad de Granada, Francisco
Cruz Quintana, que habló acerca de la ‘Intervención en
crisis: cuidados paliativos e indicadores de sufrimiento en
niños con enfermedades crónicas graves’.
“Una de las situaciones mayores de crisis es cuando se
produce el fallecimiento de un niño por una enfermedad
terminal, lo que general una situación emocional que
desborda, por una parte, a la familia, y que tiene efecto no
sólo en el momento, sino que tiene efecto a largo plazo”,
señaló el psicólogo y profesor. “El fallecimiento de un niño
por estas causas tiene unas consecuencias a nivel
psicológico en los padres con un alto porcentaje de que se
desarrolle un duelo patológico de forma posterior”, explicó
Cruz Quintana, para agregar que “para que esto se produzca
lo menos posible, hay una serie de medidas que los
profesionales de la salud tienen que conocer y poner en
marcha en todo el proceso de enfermedad con el pequeño para
que, efectivamente se produzca por una parte una buena
muerte, y se produzca también la posibilidad de que el niño
pueda, en un momento determinado -dependiendo por supuesto
de la edad que tenga-, recibir unos cuidados paliativos”.
Este tipo de cuidados “no se terminan con el fallecimiento,
sino que se continúan posteriormente con la atención a los
padres”, señaló. Otro de los “elementos importantes para
trabajar es con los hermanos”, comentó durante su charla.
En lo referente al tratamiento psicológico de los padres
cuando un hijo fallece tras una larga enfermedad, el
profesor de la UGR destacó que “es importante diferenciar
cuando se trata de una muerte repentina o de un proceso de
enfermedad”. En este último caso, los profesionales “tienen
tiempo para poder trabajar lo que se llama la anticipación
del duelo, tanto con la familia como con el niño que
fallece”.
Es decir, “hay que propiciar que al niño se le dé la
posibilidad de que pueda despedirse de una manera correcta”.
En este sentido, diversos profesionales van a trabajar a lo
largo del proceso y por lo tanto, este tipo de situaciones
se aborda de una “manera multidisciplinar”. “Ahí, el
psicólogo en concreto, tiene un valor fundamental a la hora
de trabajar con las emociones y la situación de crisis que
se genera, para que el afrontamiento de ese suceso, que es
bastante terrible, al menos, deje la menor huella posible”,
relató.
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El “estrés postraumático” ante la muerte repentina de un
niño
En relación al fallecimiento de un
niño de forma repentina, los psicólogos denominan a este
tipo de casos “estrés postraumático”. “El tratamiento es más
complicado y más a largo plazo, porque, aparte de que es un
sinsentido el hecho de que muera un niño, no se entiende, ni
se comprende ni se acepta, para las personas más cercanas a
él, por ejemplo, no haber podido despedirse, no haber
solventado determinadas cuestiones en la relación con el
niño, es algo que perdura posteriormente y se necesita en un
porcentaje muy elevado de un tratamiento psicológico
prolongado”, explicó Cruz Quintana. Por otra parte, también
hay “asociaciones de padres, donde pueden hablar de tú a tú
en casos parecidos”. Desde un punto de vista psicológico,
“el impacto emocional no se puede evitar, lo que sí hay que
hacer es estar a disposición de las personas y cubrir un
aspecto importante de apoyo emocional”. Sin embargo, “no es
suficiente, aunque es muy importante en el momento de ‘shock’;
después es necesario realizar una intervención que en la
mayoría de los casos es a largo plazo”, incidió.
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