En mi colaboración de hoy
compartiré con ustedes algunas reflexiones sobre la
conferencia política del partido socialista celebrada el
pasado fin de semana en Madrid. Un acto en el que el
progresismo español congregó a sus dirigentes nacionales y
regionales más significativos con la intención de reconducir
una situación catalogada de insostenible. Una cumbre que
finalizó con la misma frase con la que su secretario
general, Alfredo Pérez Rubalcaba, flanqueado por los ex
presidentes del gobierno, Felipe González y José Luis
Rodríguez Zapatero, se dirigiera a la militancia socialista,
en la sede de Ferraz, en su día más negro, la noche del 20
de noviembre de 2011, “tomemos la calle”.
El socialismo español quiere ahora solidarizarse con quienes
sufren las consecuencias de su incapacidad en la gestión de
los intereses de todos los españoles puesto que, no podemos
obviar que fueron ellos los que llevaron a este país a las
peores cifras macro-económicas de nuestra historia
democrática. Todos, absolutamente todos los españoles
recordamos como este país se precipitaba hacia la quiebra
del estado del bienestar, hacia un rescate financiero que
habría situado a la sociedad española en el ojo del huracán.
Circunstancia que provocó la retirada de la confianza de un
electorado que le había otorgado años atrás la Presidencia
del Gobierno.
De no ser por la crítica situación que padecen millones de
españoles, resultarían irrisorias algunas de las frases
pronunciadas por los dirigentes socialistas: “Hay que volver
a pelear por la justicia social, por la igualdad de
oportunidades o por la cohesión”, “Hay que mejorar los
ingresos y bajar la presión sobre aquellas familias que lo
están pasando peor en estos momentos” o “Tras este fin de
semana el Partido estará más a la izquierda, y será más
feminista y más ecologista”. En definitiva, una conferencia
política en la que el socialismo español, aquel que
disminuyó las partidas destinadas a las políticas sociales,
aquel que reformó a la baja la legislación laboral, aquel
que nos llevó a los cinco millones de desempleados entre
otras muchas cuestiones, ha obviado totalmente su
responsabilidad en como dejaron el país.
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