Como lector de Francisco Umbral,
yo sabía la opinión que éste tenía de Javier Marías
como escritor. La que reflejaba en su Diccionario de
Literatura: “Máximo representante de una novela aseptizada,
de una prosa despersonalizada, de un victorianismo que se
agrega al panorama español con reservas y escrúpulos”.
En aquel entonces, década de los noventa, se había publicado
‘Corazón tan blanco’, libro de Javier Marías, que fue premio
de la Crítica. Y yo acudí presto a comprarlo para comprobar
si lo que decía FU era cierto o bien era envidia de
escritor; algo tan corriente entre tales profesionales.
Y debo confesar que me sucedió algo que pocas veces antes me
había ocurrido: que renuncié muy pronto a su lectura; es
decir, a la lectura de ‘Corazón tan blanco’. Y hasta podría
jurar que volví a intentarlo en dos o tras ocasiones más.
Pero ni por esas…
En cambio, tampoco es menos cierto que sí leo, y además con
interés gozoso, sus artículos en El País. Por lo que el
domingo pasado me empapé del que escribió bajo el título de
‘Las no tan viejas lealtades’. De estupenda escritura, lo
cual en él es innato, y atiborrado del estado emocional del
que carecen sus libros.
En el artículo de marras se le nota en exceso falta de
serenidad a JM. Tal vez porque José Mourinho lo sigue
sacando de quicio. Lo acelera. Hace mella en él. Y, claro
es, sus palabras salen preñadas de odio y todo el rencor que
le guarda le impide hacer uso de la ecuanimidad. Por lo que
se desmanda golpeando al actual entrenador del Chelsea.
No obstante, en un momento determinado, recupera el sosiego,
la calma, la tranquilidad de gran articulista a fin de
lamentar la pérdida irreparable que el Madrid, de sus
amores, ha tenido con el despido de Jorge Valdano;
más bien defenestrado por Mourinho. Un Valdano que sí
entendía al Madrid… Incluso nos dice que éste también quiso
darle matarile deportivo a Zinedine Zidane.
Bien leído el artículo de JM, no hay nada que nos permita
esbozar ni siquiera una sonrisa. Todo es dolor por la
situación de su amigo Valdano; dolor que traslada a la
situación que está viviendo Iker Casillas. Así que ya
son dolores similares al que padeció él en su niñez cuando
Miguel Muñoz comprendió que había que darle Puerta,
Diego y Camino al gran Di Stéfano.
Pero ahí no queda la cosa. Sino que en un alarde hiperbólico
de amor fraterno y de exagerada admiración hacia el muchacho
de Móstoles, compara al mejor portero del mundo (!) con la
Saeta Rubia. Vamos, con el hombre que, además de situar al
Madrid en la cúspide de la fama mundial de clubs, fue capaz
de revolucionar el fútbol. Porque, créanme ustedes, el
delantero falso, mentiroso, flotante, o como ustedes deseen
llamarlo, es obra de un Di Stéfano que obligó a que un
español, llamado Iturraspe, tuviera que sacarse de la
chistera el antídoto para combatir aquel plan de juego
ideado por don Alfredo.
Pero inconforme con la herejía futbolística cometida, JM,
dejándose mecer por los vientos alisios de su
intelectualidad, clama contra todos los contertulios
maleantes de la extrema derecha, los mismos que idolatran a
Mourinho, por odiar a Casillas.
Javier Marías, escritor de renombre y ocupante del sillón
‘R’ de la Real Academia Española, puede presumir de
literatura cuanto le dé la real gana. Del mismo modo que yo
me siento capacitado para decirle que, amén de no saber ni
papa de fútbol, ha sacado a relucir su vena dictatorial. No
creo que le venga de casta al galgo.
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