Jacob Hachuel ha sido protagonista de la diáspora judía
de Marruecos a Ceuta. Natural de Tetuán dejó la ciudad
marroquí a muy temprana edad, a los seis meses de vida,
cuando sus padres decidieron venirse a Ceuta. Recuerda que
quedan testimonios fotográficos de aquélla época en la que
familias enteras abandonaron Marruecos. Ahora se han podido
concentrar en una exposición denominada “Los hispanojudíos
en Marruecos y sus diásporas”. La Fundación Premio
Convivencia y el Instituto Cervantes de Tetuán, organizan
esta muestra que lleva a la ciudad marroquí a Jacob Hachuel
para dar la visión civil de un hecho que vivió en primera
persona.
La Fundación Premio Convivencia, el Instituto Cervantes de
Tetuán y el Centro Sefarad-Israel, organizan esta muestra
que lleva a la ciudad marroquí a Jacob Hachuel para dar la
visión civil de un hecho que vivió en primera persona.
“La primera luz que ven tus ojos nunca la olvidas”, dice
Hachuel para aludir a las raíces de las personas. Perfecto
conocedor, unas veces por referencias y otras por la
apreciación de sus propias vivencias, Hachuel ha sido un
observador privilegiado de un fenómeno que sucedió en una
Comunidad judía floreciente y próspera que desapareció de
marruecos en poco tiempo.
“La Comunidad judía de Tetuán era importantísima –dice-, no
sólo desde el punto de vista económico sino también
intelectual. Muchos de los jueces estaban autorizad os por
el Gobierno de marruecos para que impartieran justicia desde
el punto de vista civil y moral”.
Para Jacob Hachuel, a la hora de echar la mirada atrás,
considera que “se perdió un capital humano muy importante al
emigrar la Comunidad judía a Ceuta”. En la actualidad son
muy pocos los judíos residentes en Tetuán: se calcula que no
más de cinco o seis, aunque también se reconoce que son
muchos los que con pasaporte canadiense, francés, español o
venezolano, siguen viajando como turistas a Marruecos.
“No lo olvidan –dice Hachuel-, porque es un país fascinante,
al que nunca olvidamos pero al que nunca regresaremos, no
por animadversión sino porque nuestros descendientes no
regresarían, ya que Marruecos significa menos para ellos que
para nosotros”.
La visión de Hachuel del Marruecos judío es expontánea,
mostrando sus vivencias tal y como las sentía. “Para poner
sentimientos encima de la mesa –reconoce-, hay veces que no
debes ir demasiado preparado desde el punto de vista del
bagaje de lecturas, de libros, de opiniones de otros”.
Hachuel expondrá sus recuerdos, sus viajes semanales que
hacía con sus padres de Ceuta a Tetuán para ver a sus
abuelos. Una vivencia que perdura en su pensamiento y en su
corazón. Una impresión personal de alguien que participó de
esa masiva emigración judía en el año 1.956 cuando acabó el
protectorado y que fue la primera y, luego otra, alrededor
del año 1.967 después de la Guerra de los Seis Días cuando
los judíos estuvieron mal vistos y abandonaron Marruecos.
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