Para que no lo coja otro. Eso es
lo que vienen haciendo, en la política, todos aquellos que,
por caminos rectos, y algunos, por caminos más que
tortuosos, han logrado un puesto, un sillón y las prebendas
que esto acarrea.
Es lamentable pero es así, y aquí estamos viendo, incluso en
los que, aparentemente, parecen más “progres”, que como
puedan superan la marca que estableció, durante muchos años
del pasado siglo, el General.
Que no vengan con cuentos, pero, en lo que llamamos
democracia, Felipe González batió su propio record, yendo a
seis elecciones, dos que perdió, ante Adolfo Suárez, y otras
cuatro que ganó, en alguna de ellas con apuros.
Al final, cuando se fue, España había quedado que “no la
conocía ni la madre que la parió”, con lo que otros tuvieron
que darle el “lavado de cara” que necesitaba.
Poco a poco, van pasando los años y hay quienes se aferran
al cargo y se pegan a él como una lapa, porque dejar de
serlo casi todo, para volver a un sencillo despacho, no
parece que sea lo que más les apetece.
Se necesita establecer una limitación de mandatos y que el
que los cumpla vuelva a su actividad, tras haber estado un
par de legislaturas “en viaje a la gloria”, aunque sólo sea
por el sueldo que han recibido ahí.
Siendo simpatizantes o no de él, el primero que estableció
esa limitación, a dos legislaturas, fue Aznar, que habiendo
heredado un país hecho “unos zorros” que es como quedó
España, tras la marcha de Felipe González, consideró que el
poder absoluto corrompe de una manera absoluta, mientras que
el poder permanente representa una auténtica corrupción ad
aeternitatem.
Esto, no me cabe la menor duda, no lo debe aceptar,
excesivamente bien, el presidente de la Ciudad Autónoma de
Ceuta, Juan Vivas, por cuanto el Gobierno que él preside
opina que “los mandatos los limitan los ciudadanos en el
ejercicio libre de su derecho al voto”. Esta frase tiene su
punto de razón, nadie podrá desmontarla, de un plumazo, pero
tampoco parece desentonar demasiado con lo que en su día
decía el mismísimo D. Francisco, cuando consideraba que él
estaba ahí “por la gracia de Dios”, que debe ser más válida
que cualquier otro tipo de votación.
Me extraña esta forma de aferrarse al poder una persona que
estaba bien vista, en su trabajo, y que debería darse cuenta
que ahora, en su cargo, legítimamente renovado en varias
elecciones, pero no tan legítimamente llegado a él, por un
camino en el que tuvo que saltar una serie de puestos y
dejando, con ello, de lado a varias otras personas que
estaban delante de él en la candidatura.
De todas formas y si es que puede servir de algo al
Ayuntamiento de Ceuta, Castilla La Mancha y Extremadura,
ambas con el PP en el poder, parece que son las dos primeras
comunidades autonómicas que limitan el mandato de los
presidentes autonómicos.
No sé, todavía, pero es posible que otras varias comunidades
autonómicas, también, van a seguir los pasos de Castilla La
Mancha y Extremadura, es el caso de Castilla León, también
del PP, o de Cantabria y parece que incluso la Ciudad
Autónoma de Melilla. ¿Seguiremos aquí los pasos de la ciudad
hermana?. Me temo que no, pero, tiempo al tiempo.
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