En todas partes cuecen habas, y en
cualquier ciudad del mundo se presentan, vez tras vez y sin
darse un punto de sosiego, muy enojosos y vidriosos
conflictos capaces de enfrentar los ánimos y engendrar la
disputa. Así que tampoco conviene rasgarse las vestiduras
por los desencuentros que está ocasionando esa obra
esplendorosa que nuestro alcalde quiere hacer en el paseo de
La Marina.
Ahora bien, para que ustedes entiendan aún más el porqué de
la construcción de ese puente majestuoso que se viene
exhibiendo en maqueta impresionante, lo mejor, para mí, es
partir de un axioma de admisión no difícil: nuestro alcalde,
a medida que cumple años, siente la necesidad de pasar a la
posteridad. Le pueden sus aires de grandeza y está dispuesto
a no pararse en barras con tal de que se le recuerde como
Juan Vivas I de Ceuta en todos los aspectos. Así,
atiborrado de fantasías delirantes, nuestro alcalde no ha
tenido el menor inconveniente, como bien he leído hoy en
este periódico -ayer para ustedes-, en sacar del cajón de
los recuerdos los proyectos faraónicos tan propalados por el
GIL cuando las elecciones de 1999.
Por consiguiente, nadie debería extrañarse, una vez que se
haga realidad el proyecto de La Marina, de que se nos hable
de un hotel flotante y de una Policía Municipal cabalgando
sobre caballos ya adiestrados en el Centro Ecuestre de la
Ciudad. Y a partir de ahí, cualquiera sabe con qué nos
sorprenderá un alcalde con pretensiones desmedidas, que se
escapan a nuestra escasa capacidad de comprensión.
No obstante, sería injusto olvidarse de que en esta ciudad
hay una persona que, por conocerlo bien y comprenderlo
mejor, nunca ha dudado de nuestro alcalde. Una persona que
lleva nueve años, si la memoria no me falla, creyéndole a
pies juntillas. Es decir, con firmeza, seguridad y
fidelidad. Lo cual significa que su fe en Vivas es como la
del carbonero. Palabra de Vivas, palabra de Dios y, por
tanto, a mandar, Señor, que para eso estamos…
Ay, José Ramos, presidente de la Federación
Provincial de Asociaciones de Vecinos de Ceuta, quién
pudiera estar poseído por esa fe absoluta que usted viene
depositando en la primera autoridad de esta ciudad. Digna de
propalación es la certeza que usted demuestra al concederle
a nuestro alcalde cuanto crédito necesite para emprender
cualquier actividad que esté necesitada del visto bueno de
los vecinos representados por usted.
Créame, presidente de la FPAV, que me hago cruces al verlo,
una vez más, cumpliendo tan grata tarea: cual es presentarse
ante Vivas para otorgarle toda su confianza y la de las
innumerables personas que le han dado el voto para que usted
sea lo que es: presidente de todas las barriadas. Que serán
muchas. Poder que no es moco de pavo. Y que, seguramente, a
usted más que beneficios más bien le proporcionará trabajo,
mucho trabajo y grandes disgustos. Ya que los vecinos son
muy quisquillosos y nunca atienden a razones. Excepto cuando
se trata de apoyar a nuestro alcalde en situaciones tan
difíciles como la que se está produciendo por mor del
proyecto de La Marina.
Por ello, JR, siendo usted tan amable y tan dado a decir que
el dinero le importa un comino, cómo es posible que haya
individuos que duden de su honorabilidad. Y lo acusen de que
su fe en Vivas es justa correspondencia a las cuantiosas
subvenciones que recibe su organismo. Yo no me lo creo, y se
lo digo, por si le vale de algo.
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