PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
  

 

 

OPINIÓN - MIÉRCOLES, 6 DE NOVIEMBRE DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

La tragedia de los parados
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Habiendo yo leído, no sé dónde, que la economía es una ciencia rara y antojadiza. Y que hasta el más indocumentado de los hombres dispone de datos suficientes para dar por buena la conocida sentencia que asegura que los economistas son unos profesionales a los que se educa casi a la perfección para encararse con una crisis que ya ha pasado, se me ocurrió escribirlo en noviembre de 2011. Y me gané la consiguiente regañina por parte de la persona que vela por los intereses del Colegio de Economistas de Ceuta. Y que yo acepté con buen talante.

Pasados dos años de aquella mi opinión, y debido a que los seis millones de parados apenas decrecen, tengo la impresión de que los economistas pertenecientes al Gobierno de la nación son del mismo parecer que lo era el profesor Hayek, premio Nobel de Economía si no me falla la memoria. Quien, dejándose llevar por su liberalismo extremo, se le ocurrió decir que contaba con la solución para acabar con la crisis económica mundial de aquellos años ochenta. La idea que Hayek tenía era la de provocar un paro obrero ingente, del orden de la mitad de la población activa, sobre poco más o menos, lo que, a su juicio, resolvería la situación crítica en un tiempo milagroso.

Aunque la lumbrera austriaca, pues Hayek había nacido en Friburgo, se dejó decir que, para los gobiernos más tímidos en la aplicación de las medidas liberales, él proponía un paro más modesto (¿un 30%, por ejemplo?) durante algo más de tiempo. Para el ilustre economista, la política gubernamental de intentar mantener el paro en términos realmente moderados no significaba más que prolongar indefinidamente la crisis.

En vista de que los números de parados en España siguen estando más cerca de los seis millones que de los cinco, se ha llegado a la conclusión de que los economistas del Gobierno siguen comulgando con las tan liberales ideas ya reseñadas por más que las cifras del paro sean ya monstruosas. Cifras de paro de las que la ministra de Trabajo, Fátima Báñez, habla como si se tratase no más que de un aséptico dato estadístico que se considera a la hora de prevenir el almanaque del año.

El pánico de los parados, al cual nos hemos referido tantas veces, incluye situaciones como la desesperación, la pérdida del hábito de trabajo, la tragedia de unos subsidios insuficientes e incluso inexistentes, la delincuencia ceñida y vinculada a la miseria y demás evidencia de análogo talante que son hoy, y por desgracia, de una absoluta realidad que no se puede negar.

Un paro como el actual, donde hay innumerables personas con edades que nunca más volverán a encontrar empleo, podría llegar a quebrar una sociedad que nos ha costado mucho construir y no poco defender contra todo tipo de aventuras y milagrerías, de odios y violencias. Y, desde luego, como ya decía José Camilo Cela, conviene recordar que con las cosas de comer no se juega y que el estómago del prójimo, el bandujo de los demás, es sagrado.

Tan sagrado como para que un hombre sin trabajo vaya de un lado a otro de la casa como un perro abandonado. Un hombre que deambula angustiado porque no halla tajo para ganarse el sustento de los suyos. Lo cual es una tragedia. Que no deja de ser el conocimiento del terrible futuro que le espera a él y a su familia.

Cuando se aproximan las fechas donde las depresiones se recrudecen, por motivos muy conocidos, estar parado es un infortunio, una desdicha, una desgracia, un desastre…
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto