Hacía mucho tiempo que el ex juez,
Baltasar Garzón, no aparecía “en los papeles”, tratando de
hacer alguna reivindicación que le aúpe, de nuevo, a los
terrenos perdidos.
Y como no podía ser de otra forma, una vez más, se asoma a
la política “con lo mejor de cada casa”, con ex dirigentes
de IU que se ofrecen al PSOE para hacer frente a la derecha.
El oportunismo del ex juez no tiene límites, y ahora, cuando
el PSOE está troceado, cuando es muy difícil lograr su
unidad, aparece él en plan salvador, lo que no sabemos, yo
al menos no lo sé, es cual será su precio, el precio que
ponga “ a esta ayuda incondicional”.
En un escrito abierto a la Conferencia Política del PSOE de
la próxima semana, la tesis de este escrito consiste en
hacer una llamada al entendimiento de sectores progresistas.
Ya estamos “con la burra a brincos”, él, por encima de
todos, y el progresismo que sólo cabe en ellos. Sin lugar a
dudas causan dolor de estómago, por aquello de que él
aparece actuando como un estómago agradecido más, pero para
ciertos sectores del PSOE, no para aquellos que no le
nombraron, en su día, ministro.
El PSOE ya tiene la ayuda que necesitaba, aunque dudo mucho
que en “la cresta” del partido del “capullo” se fíen
demasiado de Garzón y de esos otros “compañeros”
espontáneos, que ahora buscan el sitio que no pudieron
lograr antes, cuando el partido estaba mucho más unido y
tenía buena salud.
Y jugar sus cartas sí que las intentan jugar, aunque algunas
estén marcadas, cuando dicen:”objetivo es la derrota de la
derecha que está aprovechando la crisis para empujar al
desempleo y a la marginación a amplias capas de la sociedad
y, especialmente, a los sectores más frágiles”.
Estos son unos auténticos “caras”, no se me ocurre otro
calificativo, porque ¿Está peor la situación hoy que como
estaba hace dos años por estas fechas?.Desde luego que peor
no está, con lo que el desempleo masivo comenzó, siendo o no
culpables ellos, con gobiernos de izquierdas, que la derecha
recogió y está tratando de solucionar, aunque bien es cierto
que no con demasiada efectividad.
Con esto, queda claro que de la crisis no se pueden culpar
mucho los unos a los otros, ni las izquierdas a las
derechas, aparte de que eso de la izquierda o la derecha es
una apreciación tan trasnochada que parece mentira que
alguien, al que se le supone, hoy en día, una cierta
formación, siga manejando unos términos que cuadraban bien
en la última parte del XIX, pero no en los primeros 15 años
del XXI, por ejemplo.
Ahora, lo único que faltaba es que el ínclito Llamazares
diera media vuelta de tuerca y se colara, también, en este
grupejo. Lo único, repito, que faltaba para que si las cosas
van lentas en la recuperación económica, dieran un giro, a
peor, naturalmente, y que todo lo andado se perdiera.
Y es que puestos a hablar de pobreza y de fragilidad de
sectores, quienes hace casi 50 años conocimos lo que había
en la Alemania del Este, podemos decir que eso que huele “a
izquierdas” no trae prosperidad, ni mucho menos, salvo que
Garzón y sus acompañantes crean que en los años 65 o 70 la
República Democrática Alemana estaba dirigida por gentes de
“sus derechas”.
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