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OPINIÓN - LUNES, 4 DE NOVIEMBRE DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

Hoy toca fútbol
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

En un tiempo no muy remoto se tuvo por inteligente afirmar que, en el fútbol de calidad, era la pelota, no el futbolista, quien debía correr. Nunca fue ello cierto. Al menos para mí. En el fútbol deben correr los dos, pelota y futbolista. Y ¡ay quien lo entienda de otra manera! El centro del campo, zona vital donde se cuecen los éxitos y los fracasos, no será nunca nuestro si el rival de turno nos gana en fuerza y velocidad, que es tanto como decir en entereza y sentido de anticipación.

A mí me ha sacado siempre de quicio oír el siguiente comentario: Fulano no necesita correr para hacerse dueño del medio campo. O si Mengano no tiene su día el equipo no carbura en ningún sentido. Y el tópico acababa cundiendo entre periodistas y aficionados como si fuera verdad palmaria e incuestionable.

Ante semejante mentira, los entrenadores, los conocedores del oficio, decidieron que el centro del campo debería estar compuesto por jugadores de distintas características pero capaces todos de solventar los problemas del compañero que tuviera un mal día.

En el medio terreno, ese que recibe ahora por parte de algún comentarista de televisión el nombre de sala de máquinas –metáfora acertada pero que acaba siendo imagen empalagosa de tanto oírsela decir a un narrador de Canal Plus-, es necesario contar con jugadores macizos, correosos, incansables y cuyo manejo del balón sea bueno: hace poco vimos a un jugador de el Juventus en el Bernabéu, convertido en pieza vital de su equipo, encandilando a propios y extraños. Se llama Arturo Vidal y es chileno.

Precisamente, el Madrid, pese a que está goleando, gracias a Cristiano y a un Bale que ha principiado a carburar, está evidenciando que carece de orden táctico porque su entrenador no acierta a elegir los hombres que han de jugar en la parcela central del campo. Error mayúsculo que está causando un efecto intranquilizador en el equipo y un malestar enorme entre sus aficionados. Y, lo que es peor, semejante desorden hace posible que el equipo reciba muchos goles. Ejemplos hay: Sevilla y Rayo Vallecano lo son.

Ancelotti lleva muchos años siendo entrenador de fuste, habituado a dirigir grandes equipos repletos de extraordinarios futbolistas, y, por tanto, sería absurdo dudar de que conozca algo tan esencial como es que los entrenadores están para hacer que un equipo funcione en conjunto. Es decir, que mantenga un orden, que sepa defenderse, que haya al respecto de ese menester misiones concretas y que nadie escurra el bulto a la hora de sacrificarse. Cumplida esa tarea, serán los mejores jugadores, y el Madrid los tiene a porrillo, quienes consigan meter la pelota dentro de la portería. He ahí la diferencia existente, verbigracia, entre el Madrid y los demás equipos. En rigor: los entrenadores dicen cómo es posible defenderse mejor, pero no cómo marcar goles.

El Madrid, pues, viene padeciendo los errores de su entrenador. Quien parece entregado todavía al sueño de Morfeo. Por lo que no se percata de que su equipo ha de defenderse en bloque. Que la nulidad de Ramos se acrecienta cada vez más. Que el juego defensivo de Marcelo es insensato. Que Illarramendi, cuando los contrarios aprietan, se diluye. Que Di María corre demasiado con el balón en los pies. Y acaba actuando como un pollo sin cabeza. Que Pepe se distrae frecuentemente. Y, para colmo de males, los delanteros se quedan a verlas venir. Menos mal que siempre nos quedará la parada salvadora de Diego López. Que si no…
 

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