La contundencia de la Marina Real
de Marruecos a la hora de perseguir y dar captura a quienes
invaden sus aguas no puede ser más expeditiva y trágica: la
muerte o dejar malheridos a quienes naveguen de manera
ilegales o se crucen en sus aguas como intrusos. El pasado
domingo, dos melillenses murieron tiroteados por las
mencionadas fuerzas marroquíes, lo que originó el cierre de
la frontera por la manifestación que tuvo lugar en señal de
protesta por estas muertes. Juan José Imbroda, presidente
melillense también indicó que requeriría del Gobierno de
Mariano Rajoy que pidiera explicaciones a Marruecos para
esclarecer los hechos que tuvieron el fatal desenlace.
Ahora, una semana más tarde, son unos ciudadanos de La Línea
quienes sufren idéntica experiencia de verse tiroteados,
tras no respetar el alto que les dieron la Marina Real
marroquí. Llegaron hasta el puerto deportivo ceutí heridos y
salvando sus vidas.
La decidida actitud de Marruecos en la lucha contra la
inmigración y el narcotráfico no es justificable nunca con
el tirar a matar, porque antes hay otros métodos para
detener a quienes delinquen o buscan un mundo mejor. Las
patrulleras marroquíes, que en más de una ocasión han
invadido aguas españolas sin importarles demasiado la
legalidad establecida al efecto, tampoco pueden pasar por
alto, los métodos disuasorios que pueden utilizarse sin
matar a nadie, por el simple hecho de traficar con drogas o
intentar entrar ilegalmente en otro país. La Guardia Civil
siempre colaboraría.
Emplear métodos tan fulminantes habría de ser el fin último
en caso de acciones terroristas, pero nunca contra quienes
huyen por delinquir sin un peligro inmediato.
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