Así es como trascurre cada 1 de
noviembre en Ceuta, con unos, mucha gente, como en todas
partes del territorio nacional, que van a cumplir con los
difuntos, a llevarles flores, a estar a su lado, durante una
buena parte del día y otros que, desde la noche anterior, se
pasan todo el tiempo, en el campo o en el monte.
Las flores es la principal de las compras el día de Todos
los Santos, da lo mismo que sea a primeros de mes o que
hubiera sido a mediados, porque incluso a los que menos
tienen no les van a faltar esos euros precisos para llevar
una flores a los suyos que ya les han abandonado un día.
Los cementerios, en Ceuta o en cualquier pueblo de España,
el día 1 de noviembre, se llenan de visitantes y de
colorido, ese colorido de las flores que tanto nos agrada a
todos.
El 1 de noviembre hay un rezo y un instante para todos y
cada uno de los santos, de los más conocidos y de los que
casi no sabe uno el nombre o sus acciones.
Cuidados, atenciones y flores, unas flores que están a las
mismas puertas del cementerio, han cambiado su lugar de
venta, en Ceuta, y es que ya pasó aquella época en la que
las flores para el cementerio se vendían a la puerta del
mercado, bajo el reloj. Aquello pasó pero la compra no
pasará jamás.
Y si esto sucede con los muertos y los cementerios, lo que
va en alza es la subida al monte, la salida al campo y la
buena costumbre de irse a comer su “mochila” a uno de esos
lugares que no se vuelven a visitar, en todo el año.
Las primeras cifras, por lo que respecta a los ceutíes que
este año salieron al campo-monte, en el día de la “mochila”
nos hablan de unos 5.000. Muchas personas para tan pocas
hectáreas de monte y campo, y es que, este año ha colaborado
a este despliegue y salida el buen tiempo que ha acompañado
y que hacía más atractivo, incluso, dormir bajo el “carro
triunfante”.
Hasta aquí lo positivo, lo que agrada a todos y, de momento,
al menos cuando estoy escribiendo, no tenemos noticias de
alborotos barriobajeros que pongan la nota desagradable a
esta fiesta, en pleno campo.
Esto es lo bueno, que Ceuta, la Ceuta de hoy, siga con sus
tradiciones y siga manteniendo esa tradición de años y años
atrás en el tiempo.
Y lo bueno de todo esto es que el día de la “mochila” te
puedes encontrar en el campo-monte con la abuela y sus más
de 70 años, con el abuelo, de la misma edad, con los padres
de casi 40 años o más y con la chavalería de 6,10 o 15 años.
Mayores, pues, muchos jóvenes, ni se sabe, más que nunca, en
García Aldave, en el Hacho, en la playa, en el pantano y
allí donde más les apetece comerse la tortilla, los
bocadillos, tomarse la Coca-Cola y, especialmente, pasar el
día de una forma muy distinta a los otros.
Fue un día para disfrutar, como se había disfrutado el año
anterior, o el anterior, como habían disfrutado, en su día,
sus abuelos, como lo siguen disfrutando sus padres y como lo
siguen disfrutando sus padres y como, a lo largo de muchos
años, también, lo disfrutarán sus hijos.
Ser el día de Todos los Santos en viernes ha hecho que más
de uno haya ido al otro lado del Estrecho, pero con todo, el
monte estaba con tanta, o con más gente que en años
precedentes, y es que éste es el verdadero “día de Ceuta”.
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