La tradicional misa del Día de los Difuntos, que se
celebraba ayer, congregó a decenas de fieles ceutíes en el
cementerio de Santa Catalina. La Ciudad Autónoma instaló
tres carpas para que los asistentes pudieran escuchar la
eucaristía a la sombra, pero el alto número de asistentes
hizo que los más rezagados tuvieran que quedarse fuera de
ellas. El vicario general de Ceuta ofició esta misa.
El cementerio de Santa Catalina se volvió a vestir de gala
para acoger la tradicional misa de difuntos que organiza la
Ciudad Autónoma cada 2 de noviembre. A las puertas de la
entrada principal se instalaron tres carpas para albergar a
las decenas de ceutíes que participaron en esta eucaristía
en la que las lecturas ofrecieron un mensaje de consuelo,
esperanza y fe en la vida eterna.
El vicario general de Ceuta, Juan José Mateos, ofició esta
eucaristía en la que estuvo acompañado de varios párrocos de
la ciudad. En ella se leyó la lectura de San Juan sobre el
milagro de la resurrección de Lázaro, al que Jesús devolvió
a la vida cuatro días después de haber fallecido. En su
homilía, Mateos destacó que en el Día de los Difuntos los
cristianos recuerdan y renuevan el vínculo con los seres
queridos que ya no están. “Al visitar el cementerio nos
unimos con los que nos han precedido en el camino de la fe”,
manifestó el vicario.
Mateos reconoció que la muerte es un desafío para la fe y la
esperanza, pero también recordó que los cristianos se
enfrentan a ella con la fe en Dios y en Jesucristo
resucitado. “Al resucitar, nos ha abierto las puertas de la
esperanza”, señaló para decir que la muerte es el paso a la
vida eterna y el encuentro “cara a cara” con Dios.
Entre los asistentes a esta eucaristía se encontraba Juan
Vivas junto a gran parte de su equipo de Gobierno. Además,
las autoridades militares que momentos antes habían
homenajeado a los caídos por España también participaron en
la misa de difuntos.
El líder socialista, José Antonio Carracao, o el presidente
de la Junta de Hermandades y Cofradías, Juan Carlos Aznar,
fueron otras de las caras conocidas que acudieron a la
eucaristía en Santa Catalina.
Con motivo de este acto, la Ciudad habilitó tres carpas que
se quedaron pequeñas para albergar a la multitud de fieles
que acudieron el cementerio para esta misa. Muchos se
sentaron al sol o se quedaron de pie durante la eucaristía.
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