Lo cierto es que yo, a estas alturas de la vida, ya me creía
curado y sanado de espantos, calumnias y barbaridades. Cuál
es mi sorpresa al leer el pasado jueves la última
colaboración del diputado con peor prensa entre los y las
ceutíes en el “El petardo de los jueves”, que, como saben,
se publica en un conocido medio local todas las semanas. En
esta ocasión, hace alarde de buenos modales y critica de
manera airada a todos aquellos que se visibilizan en contra
la Violencia de Género, con una argumentación infantil y tan
falta de contenido, que cae por su propio peso y con el
único propósito de “criticar por criticar” a sus
contrincantes políticos.
“El adalid de la izquierda local”, título autoimpuesto al
más puro estilo “bahamontiano” y que sólo se lo cree él,
mantiene, entre vilipendio y vilipendio, además, que “el
abuso de la expresión social contribuye a frivolizar con
esta causa”. Declaraciones que no hacen más que asombrarme
más aun a medida que leo el artículo, debido a la falta de
respeto que tiene no sólo con los demás representantes
políticos, y por ende a sus electores, sino también, y, lo
que realmente me parece de extrema gravedad, con una causa
que deba hacerse visible.
En cierto modo “el eterno segundón” demuestra su integridad
al no participar en actos tales como “La rueda de hombres
contra la Violencia de Género” debido en gran parte a su
pasado más reciente. Les recuerdo que este verano mientras
toda España se rasgaba las vestiduras por las declaraciones
machistas y fuera de tono de un conocido representante
religioso, que de cuyo nombre quiero olvidarme, este señor
hacían mutis por el foro mirando para otro lado y callando
de una manera más que cobarde mientras los demás agentes
sociales ponían el grito en el cielo ante tales
barbaridades.
Por último, recuerdo una frase que me dijeron una vez: “para
hacerse notar, el vulgar sólo necesita de la crítica fácil y
falta de contenido”. A veces no hay que rascar mucho para
encontrar la realidad y el mero hecho de utilizar como arma
arrojadiza un tema tan serio es símbolo de una mediocridad
infame.
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