La decadencia electoral de Juan Vivas necesita, a la mayor
urgencia, sacar un conejo (entiéndase proyecto o inversión
populista) de la chistera. La sangría de pérdida de votos
que sufrió en las últimas elecciones en la zona centro, no
ha sido consecuencia de la falta de obras sino de sus
propias actuaciones personales que no convencen a los
clásicos militantes del Partido Popular, aquéllos que dicen
que “el partido ya no es lo que era”, los mismos que no se
identifican con sus conductas políticas.
No es cuestión de obras recuperar los sufragios de esa
legión de votantes naturales del PP. Se requiere algo más
para convencer a quienes muestran el descontento y no se van
a dejar embaucar por una obra en Paseo de la Marina, máxime
cuando en las barriadas existen tantas carencias que
convierten a la periferia en “otra ciudad” bien distinta a
la de la zona centro.
En el intento de remendar errores, de paliar deficiencias
más morales que urbanísticas, el electorado del PP no
reclama precisamente obras oportunistas en su zona de
influencia, sino comportamientos distintos, líneas de
actuación diferentes. Es cuestión de actitud.
De cara a las elecciones, a los que siempre fueron fieles no
se les atrae sólo con una obra más o menos. Se requiere algo
más: por ejemplo, una línea de conducta menos entreguista,
más cumplimiento con lo que se promete, demostrar
credibilidad en la gestión política y, desde luego, no
refugiarse en proyectos millonarios para encubrir
comportamientos muy cuestionables. En el Partido Popular no
hay ahora mismo un entusiasmo indescriptible por Juan Vivas.
No se ha hecho acreedor a fidelidades ciegas. Hay mucho
descontento y bien que lo sabe. Otra cosa es que se lo
demuestren abiertamente. Y estas heridas de decepción no se
restañan como las heridas físicas con los puntos de sutura
de unos millones en proyectos urbanísticos como cortina de
humo y justificación personal por tanta decepción causada.
La pérdida de su electorado natural es preocupante. Algo
está cambiando para que suceda tal cosa. Los analistas del
PP habrán de hacer examen de conciencia y encontrar las
causas que provocan este descontento para abordarlo en su
origen y acometer actuaciones para recuperarlo. No vale ya
con mirarse al ombligo, hay que profundizar, hacer una
catarsis y diagnosticar la problemática.
En principio, no parece de recibo, que nuestras barriadas se
encuentren con precariedades básicas y no se atiendan,
porque el electorado es variopinto, mientras se quieren
recuperar las pérdidas de votos en el centro de la ciudad.
Otra cosa será que la Federación de Asociaciones de vecinos,
reclamen con la firmeza que requiere el caso o sean tibios
temiendo perder por sus críticas la dotación presupuestaria.
En unas municipales, los personalismos electorales pesan
para lo bueno y lo malo. O sea, un arma de doble filo con
consecuencias imprevisibles. Algo que no se puede perder de
vista. Desde luego, las lamentaciones de “todos contra mí”
parece más bien un juego de niños comparado con la realidad
de los hechos que no se quiere ver. Más vale preguntarse con
humildad: ¿Qué he hecho yo para merecer esto?
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