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OPINIÓN - VIERNES, 25 DE OCTUBRE DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

Cretinos optimistas
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Dadme cretinos optimistas –decía un político a Juan de Mairena, personaje apócrifo de Antonio Machado-, porque ya estoy hasta los pelos del pesimismo de nuestros sabios. Sin optimismo no vamos a ninguna parte.

-¿Y qué diría usted, de un optimismo con sentido común? -¡Ah, miel sobre hojuelas! Pero ya sabe usted lo difícil que es eso, amigo Mairena.

Semejante deseo lo anda pidiendo a gritos Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda, que además se lamenta de que se niegue la salida de la crisis; pero los españoles con sentido común no están ahora mismo en condiciones de ser optimistas. Pues con el bandujo vacío no hay humano con capacidad de entender o juzgar con lógica las decisiones que toman unos políticos cuyo prestigio anda a ras de suelo. Ni mucho menos creerse sus mentiras.

Dejo a Montoro, especialista en meter la pata hasta el corvejón, cada dos por tres, y corro a centrarme en nuestro alcalde. Quien ha vivido muchos años convencido de que a su alrededor sólo había cretinos optimistas, que se bebían los vientos por él, debido sobre todo a su verbo florido.

La pena es que a nuestro alcalde, facundo y parlotero, nadie le dijo a tiempo que aburría con su locuacidad y sobre todo que siempre ha estado escaso de argumentos para convencer a los menos de que las decisiones que tomaba eran las correctas.

Ha vivido nuestro alcalde tantos años amparado en esa creencia casi generalizada de que era un hombre bondadoso, afable, cordial, cercano… Repleto de cualidades suficientes como para encandilar a tirios y troyanos, que hasta quienes pensaban lo contrario empezaron a preguntarse si no estaban equivocados y la bonhomía de la primera autoridad era auténtica y no fingida.

Como sé que él tiene buena memoria, me refiero a nuestro alcalde, recordará que un día le pregunté por ciertas actitudes suyas y me respondió con celeridad que los años le habían ayudado a evolucionar en la misma medida que, posiblemente, lo habrían hecho conmigo.

Pero su evolución, que sí se ha producido, ha consistido en ir perfeccionando, cada vez más, esa acción conocida como puñalada trapera. Para entendernos. Mala jugada, mala pasada, que ha ido aplicando a personas cuyos nombres están en la punta de la lengua de todos los ceutíes que hayan venido mostrando interés por el desenvolvimiento de la vida política local.

Lo hablaba yo el lunes pasado con un personaje importante de esta ciudad. Alguien versado en diferentes materias y con suficiente categoría como para hablar al respecto. Y con quien hubo momentos en los que discutí agriamente porque él defendía a nuestro alcalde por encima de todas las cosas. Y se expreso así:

-¡Qué desengaño me he llevado, Manolo! Y pensar que hubo una época en la que llegué a creer que tú la tenías tomada con él. Y ahora, debido a que el tiempo nos pone a todos en nuestro sitio, debo decirte que llevabas razón en algunas cosas que han sucedido para que estemos viendo lo que estamos viendo... Y acabó su reconocimiento así: “¿Cómo es posible que este hombre, que fue tenido como modelo original de todo lo bueno, se halle sometido a la voluntad de Juan Luis Aróstegui y compañía…?”.

Fácil, amigo: porque Juan Vivas está convencido de que en esta ciudad hay muchos tontos del bote y también de nacimiento; amén de optimistas. Por tenerlo a él como alcalde.
 

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