Los martes me entran unas ganas
locas de andar vagando o dando barzones por el centro de la
ciudad. Es algo que se ha convertido en hábito. Y a fe que
lo hago con sumo gusto. Porque además me sirve para
enterarme de lo que me cuentan quienes desean pegar la hebra
conmigo nada más verme.
Me ha sucedido hoy con dos funcionarios municipales. Con
quienes me he pasado un gran rato charlando. La conversación
ha versado sobre un asunto de actualidad. Tras preguntar yo
si es verdad que nuestro alcalde tiene todo bajo control en
el Ayuntamiento. Y ellos me han dicho que nada escapa a su
vigilancia. Verdad como una catedral que yo corroboro.
Yo confirmo que a nuestro alcalde lo mejor que se le da en
la vida es fiscalizar. Porque tiene vocación de inspector
Gadget. Y se le da de maravilla fisgonear, curiosear,
husmear, indagar, espiar, entrometerse en la vida de los
demás. Máxime si los demás dependen de él. De su autoridad
como gobernante.
Por consiguiente, nadie que esté bajo sus órdenes es capaz
de tomar una decisión si antes no ha obtenido el beneplácito
del alcalde más valorado de España. Que es lo primero que te
dicen quienes siguen pensando que Juan Vivas no hay
más que uno.
Que es lo que suele decir por ahí Yolanda Bel que se
ha expresado así, al no tener un pelo de tonta, cada vez que
se ha visto obligada a tomar una decisión irregular: “Yo
hablo por boca del presidente; el presidente lo ha querido
así; el presidente me ha dicho que lo haga; el presidente ha
dado el visto bueno a esta operación; o yo no hago nada si
antes no recibo la aprobación del presidente”.
El presidente, nuestro alcalde para mí, sabe perfectamente
que la consejera de Presidencia, Gobernación y Empleo debe
ser mimada hasta extremos insospechados para que pueda
seguir siendo tan fuerte como le recomienda él. Fuerte para
no irse de la mui en cualquier momento y dejar a su admirado
Vivas con las posaderas al aire.
YB, que a mí me sigue cayendo la mar de bien, aunque ella
tenga asumido lo contrario, no creo que vaya a inmolarse
políticamente, llegado el momento, por salvar de la quema a
su compañero de partido y alcalde, Juan Vivas, por algunos
posibles despropósitos cometidos por éste. Rotundamente no.
Y si no pongo la mano en el fuego es porque mi tan cacareado
escepticismo me lo impide.
En cambio, nuestro alcalde no se corta lo más mínimo en
declarar públicamente que él responde plenamente de cuantas
decisiones haya tomado su consejera. Que le otorga toda su
confianza. Y le recomienda, además, que sea fuerte para
soportar todo lo que se le venga encima.
La actitud de nuestro alcalde me parece extraordinaria. Ni
más ni menos la que ha de tener un jefe con una subordinada.
Que no ha hecho sino cumplir sus órdenes. Y sin rechistar.
Ya que Vivas no admite que se le lleve la contraria cuando
decide hacer algo.
Ahora bien, mucho me temo que nuestro alcalde no asuma, con
las ganas que tiene de presentarse a las elecciones de 2105,
que él autorizó todo lo hecho por YB. Y si no lo hace, amén
de una injusticia, pondría a la consejera en una situación
muy delicada.
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