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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 23 DE OCTUBRE DE 2013

 
OPINIÓN / ANALISIS

El juez juzgado

Por Alejandro S.


El juez juzgado, y el aguacil alguacilado, decía Quevedo y así han debido interpretar los miembros del Consejo de Administración de Radiotelevisión Ceuta, con Yolanda Bel a la cabeza y Aróstegui como fiel escudero, la Sentencia firme del Juzgado de lo Social por la que les instaban a abonar 6,5 de las 12 pagas a los trabajadores de la televisión pública. Un pronunciamiento que nunca gustó a quienes jugaron de farol de no recurrir ninguna Sentencia de esta índole.

En este caso, no les gustó y tiraron por el camino de la interpretación, genuina conducta plagada de prepotencia y optaron por ningunear al juez. Quienes dicen ser muy respetuosos con la Justicia, ahora no sólo no la acatan sino que tampoco la cumplen. Son tan osados que llegan a tensar la cuerda y actúan, a sabiendas, haciendo lo que les place y eso es presunta prevaricación. Y por tanto, puede ser una conducta constitutiva de delito. Las bravatas de miembros del Gobierno y de Aróstegui, en el colmo de la incoherencia y de la propia confrontación con sus compañeros de sindicato como Emilio Postigo, representa el colmo del despropósito y la perversión en la defensa de los trabajadores. Todo un secretario general de CC.OO en un Consejo de Administración defendiendo la postura del Gobierno y en contra de los trabajadores es lo más escandaloso que podría darse y, mucho más, en una rueda de prensa desacreditar al colectivo laboral con sus apreciaciones personales cargadas de “buenísmo” como un profeta del engaño.

Que Yolanda Bel esté preocupada por esta “patata caliente” es comprensible como presidenta del Consejo de Administración y miembro del Gobierno pero que haga cruzada con ella en contra de los trabajadores el secretario general de CC.OO es antinatura y le define por sí solo.

Se ha desacreditado a los trabajadores como si fueran unos aprovechados acusándoles de querer cobrar lo que no les corresponde y no se ha tenido la gallardía de asumir una Sentencia firme, como tantas otras que son desfavorables a los trabajadores y puede resultarles a éstos muy injustas. En este caso, el Gobierno ha juzgado al juez, lo ha “interpretado” y, finalmente, ha dictado la “Sentencia” que a ellos (a los políticos) les ha parecido.

Desconozco si el juez lee o no los periódicos o si sabrá el revuelo que se está organizando en este caso, pero alguien habría de poner en su conocimiento cómo se prodigan algunos con su Sentencia, qué comportamiento adoptan y el nulo respeto que le demuestran. En vez de pedirse responsabilidades políticas (nunca se hace en este Gobierno), lo que toca es echar balones fuera, no reconocer los errores, culpar –no de la muerte de Manolete a nadie, como dicen algunos-, sino al propio juez de que no ha sabido aplicar con acierto su criterio y al que se le ha tratado, prácticamente, como al pito del sereno. Los políticos del Gobierno, acostumbrados a ningunear a todos, han tomado al juez por uno más de esta ralea de “despreciables” y le han enmendado la plana sin inmutarse y sin miedo a las consecuencias que pudieran derivarse.

Esta conducta define muy claramente, cuál es el talante de este Gobierno: reírse de todo y de todos (incluido el juez). Mientras que se lo permitan, acabaremos pensando como Quevedo: El juez juzgado y el alguacil alguacilado. Para eso están Yolanda Bel y Juan Luis Aróstegui al unísono. Compartiendo decisiones y presunta prevaricación.
 

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