Me parece muy bien que los
crímenes de ETA repugnen a la ciudadanía. Una cosa es eso y
otra muy distinta pretender que la legislación de un Estado
de derecho se base en sentimientos de odio o venganza en
lugar de en la defensa de los derechos humanos. La doctrina
Parot es un atentado al Estado de derecho y debe ser
eliminada. Así lo creen el Tribunal de Derechos Humanos de
Estrasburgo y la asociación de Jueces para la Democracia.
Algunos han dicho que el fin de esta doctrina es un golpe
contra la democracia española. No. Lo que era un golpe para
la democracia española era que se vulneraran los principios
de seguridad jurídica al imponer el principio de
retroactividad en el Derecho Penal. En un Estado de derecho,
un preso debe cumplir la pena que existía en el momento en
el que realizó el delito, y la doctrina Parot contravenía
este principio fundamental.
Si no gusta que los etarras salgan a la calle después de
haber cumplido su pena, que se pidan cambios en el Código
Penal. Seguro que el Ministro Gallardón, si se le insiste un
poco, escucha a los animales que piden pena de muerte. Por
cierto, España ya tiene uno de los códigos penales más duros
de Europa, con la tasa de presos más alta de la Unión
Europea a pesar de la baja tasa de criminalidad.
Los presos, mal que les pese a algunos, tienen derechos. Es
una de las características que diferencia a un Estado
democrático de una tiranía. El etarra Bolinaga fue puesto en
libertad hace un año, tras 15 en prisión, al padecer un
cáncer terminal. Muchos pusieron el grito en el cielo. En
cambio, pocos de los que hablaron entonces hacen referencia
al ex-general Enrique Rodríguez Galindo, el torturador de
Intxaurrondo, miembro de los GAL y culpable de torturar,
asesinar y enterrar en cal viva a los vascos Lasa y Zabala.
Galindo sólo cumplió cuatro de los 75 años a los que fue
condenado, siendo puesto en libertad también por cuestiones
de salud. Y es que la ley no debe servir para vengar ni para
satisfacer los naturales sentimientos de rabia, indignación
u odio que todos sentimos al presenciar crímenes inhumanos.
Los demócratas debemos estar a favor de que se cumplan los
principios democráticos y en contra del populismo punitivo.
Si algo hay que reprocharle al Tribunal de Estrasburgo no es
que tumbe la doctrina Parot, sino que no condene las
políticas de austeridad dictadas por la Troika. Las
violaciones de Derechos humanos que causan las estamos
viendo día a día.
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