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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 23 DE OCTUBRE DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

Soflamero
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Cuando el otoño está a punto de hacerle una higa al veranillo de San Miguel, resulta que nuestro alcalde es víctima de un sofoco que le ha dado por hacer discursos ardorosos destinados a mover el ánimo de los oyentes. Así que se nos ha convertido en un soflamero de poca monta. Capaz de inventarse enemigos para darse pote de estar perseguido por ser una autoridad con brío y capacidad de mando para poner a los malvados íntimos en su sitio. En el sitio, donde según él, ‘no se toca bola’. Vulgar expresión usada para airear que tales íntimos no formarán parte de quienes viven a expensas de las prebendas repartidas a dedo por él.

El dedo de nuestro alcalde trata de imponerse con una locuacidad tirana. Tal vez incitado por alguien muy cercano a él y que está dando muestras de inducirlo por la ladera conducente a la sima donde se purgan los despropósitos. Con fines interesados. Por supuesto que sí. Porque es algo que se ve a mil leguas.

De los tiranos se ha dicho y escrito hasta aburrir. Pero yo me aprendí de memoria lo que no cesaba de comentar al respecto un militar de alta graduación con quien solía hablar muy a menudo: “Cuando uno sufre la tiranía, viene legitimado a exigirle al tirano una mínima seriedad, no para justificar una conducta que es injustificable, sino para que el drama de sus oprimidos no sea por parte de alguien que no deje de ser un payaso”.

De nuestro alcalde, a quien me precio de conocer algo, lo que menos me esperaba yo es que fuera a extraviarse de la manera que lo está haciendo; es decir, propalando chorradas tras chorradas que me obligan a repetirme: de seguir discurseando, tal y como lo viene haciendo, será tomado a chufla.

Y lo peor que puede ocurrirle a un político no es que nos enfademos con él, sino que comencemos a no tomárnoslo en serio. Nuestro alcalde se está ganando a pulso que la gente lo tome a chacota. Y a mí me da mucha pena verlo pasar por el trance de la burla continuada. Y todo porque le ha dado, últimamente, por hablar demasiado para decir mogollón de tonterías.

Las tonterías de nuestro alcalde parecen más bien tribulaciones de un anciano a quien, con todos mis respetos, no le funciona la chaveta por razones obvias. No obstante, en el caso de nuestro alcalde, con 60 años de edad, y tan dado a manifestar que está en el mejor momento de su vida en todos los aspectos, no son de recibo.

Verbigracia: al margen de las bobadas que viene declarando sobre el contubernio existente en la ciudad para obligarle a que deje de ser alcalde, Juan Vivas no para de decirnos que está lampando por presentarse a las próximas elecciones. Y que si lo hace es porque lo considera necesario para los ceutíes; pues qué sería de ellos si él decide no hacerlo en 2015, estando la situación como está.

He aquí, por tanto, un ejemplo evidente de una personalidad ególatra. Lo cual no me extraña. Ya que siendo nuestro alcalde tan afrancesado, se siente como una especie de Luis XV, Rey de Francia y responsable de la frase Après moi, le dèluge. O lo que es lo mismo: “Después de mí el diluvio”.

En suma: cuando los problemas de la ciudad son tantos como tantos hay en toda España, nuestro alcalde pierde el tiempo amenazando a los que él cataloga de ‘amigos íntimos’ por haber dejado de hacerle la ola. Y, por si fuera poco, ha comenzado su campaña electoral con dos años de antelación. Las prisas de nuestro alcalde son tan risibles como sospechosas.
 

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