A cada caso de corrupción que brota en el PP, los populares
sacan a relucir su palabra favorita: conspiración. El último
en apuntarse a la teoría conspiratoria ha sido el Presidente
de la Ciudad y del PP de Ceuta, Juan Vivas, quien viene
denunciando una “operación acoso y derribo” contra su
Gobierno para “desde la manipulación y la mentira, intentar
manchar la honorabilidad de otros en beneficio propio”. Todo
ello en un intento “desesperado” por esconder la presunta
corrupción de los casos ‘Urbaser’ o ‘Kibesan’. El Gobierno y
el PP parece construir su defensa ante el vendaval a partir
de dos pilares: todo es mentira y hay una serie de maniobras
-conspiración- contra Juan Vivas.
Cuando a Vivas no le gustan las instrucciones, las
investigaciones y las críticas, arremete contra todo para
intentar confundir a la opinión pública y alejar a los
ciudadanos de la verdad. En este sentido, Vivas parece haber
aprendido de Rajoy la estrategia a seguir ante los
escándalos, una táctica que siempre responde a algunos
patrones. En primer lugar, minimizar el ruido situándose en
la mejor de las opciones. Esto es, actuar como si la
acusación fuera una hipótesis improbable y no hubiera
condena posible: “Sabes, querida Yolanda que tienes el apego
de todo el partido, que confío en ti y que por ti pongo la
mano en el fuego”. Y en segundo lugar, recurrir a la teoría
de la conspiración contra su formación: “Existe una
inesperada alianza de inquisidores, resentidos, aduladores
de antaño que ahora no tocan bola y oportunistas sin
escrúpulos” que ataca al Gobierno con la mentira y la
manipulación”.
Existe una siguiente fase, que quizá se produzca pronto, en
la que cuando las circunstancias hacen insostenible una
defensa a ultranza, se opta por el silencio. Es esa fase en
la que Vivas suele recordar que no le gusta tomar medidas
drásticas. En este sentido, Rajoy apoyó abiertamente a
Bárcenas hasta que las evidencias judiciales cambiaron el
escenario. Empezó ahí una especie de estrategia del olvido,
una opción que le permitió empezar a enterrar el escándalo
con discreción. Esta hoja de ruta lleva años disparando
especulaciones sobre el chantaje a la cúpula y al jefe del
Ejecutivo. Ya en 2009, Rajoy aseguró que no toleraba
chantajes. Enfatizó, al igual que ha hecho ahora Juan Vivas,
una frase que era toda una declaración de intenciones y
sonaba casi a advertencia: “Yo no funciono a base de
presiones”.
Y es que la idea de Juan Vivas de que el destino de los
acontecimientos humanos está totalmente fuera de nuestras
individuales manos y de las manos de la colectividad, de que
todos los sucesos y acontecimientos responden a las
decisiones maquiavélicas de un reducido número de personas
confabuladas para adquirir el poder absoluto y pleno, es una
idea fácil y recurrente en el imaginario político, una idea
que se repite de cuando en cuando y que da lugar a las
teorías de la conspiración.
El presidente Vivas debe haberse aficionado mucho a las
películas de Hollywood, y se acaba creyendo que lo visible y
presente no es real, aunque lo parezca eminentemente, y que
la verdadera trama de los acontecimientos a que asistimos no
se desarrolla mediante la labor parlamentaria, ni por medio
de los distintos grupos de presión y opinión existentes, ni
de acuerdo con la historia pretérita, sino por la trama
urdida en la sombra por unas pocas personas confabuladas
entre sí.
Los elementos que inciden en los acontecimientos políticos,
son pasadas por alto por los amantes -como Vivas- de las
teorías conspiratorias, por quienes, en definitiva, carecen
de profundidad de análisis para poder ver más allá de la
superficie y simplifican la realidad haciéndola provenir,
exclusivamente, de arbitrariedades secretas de un número
reducido de personas. En realidad semejantes inventos no son
teorías sino habladurías, charlatanería a menudo proferida
por chiflados pero que puede llegar a calar hasta afincarse
en pensamientos serios. Así, los nazis inventaron la tesis
de la conspiración judeo-masónica mundial para hacerse con
el mundo e incluso hubieron de redactar documentos falsos
como Los Protocolos de Sión, lo que les valió para
justificar y pretender legitimar todas sus atrocidades.
Juan Vivas se ha abonado a la teoría de la conspiración ante
las andanada de los casos ‘Urbaser’ y ‘Kibesan’. “Vivas sabe
que van a por él”, reconocía ayer un destacado dirigente del
partido. “Es evidente que quieren perjudicar al PP y sobre
todo al presidente”, reconoce Yolanda Bel en privado. La
cuestión es dónde está el origen de esa ‘operación’. Y es
que el PP ceutí, cainita por sí mismo porque lo lleva en los
genes, no pierde la oportunidad de hacerse el harakiri sin
necesidad de que vengan terceros, la oposición o quien sea,
a buscarles las vueltas. Ustedes déjenlos, que ellos mismos
se encargan de que llegue la sangre al río sin que nadie les
ayude, que para eso son unos verdaderos expertos. ¿Se
desatará el “fuego amigo” en el PP?
|