Aquí no salimos de un problema y
ya estamos metidos en otro o en otros. Y es cierto que,
depende de donde se viva, la tranquilidad puede acompañar o
puede ser una molesta vecina. Así es el mundo y así son las
ciudades.
Ahora mismo, hay una gran cantidad de quejas de los
hosteleros, por lo que ellos consideran:”una oleada de
denuncias, sin sentido” contra las terrazas.
Lo de las denuncias nunca es agradable para nadie que acaba
de ser denunciado, las terrazas suelen ser lugares
agradables para quienes pueden pasar un rato en buena
armonía en ellas y más agradables son para los bares o los
restaurantes que las instalan y desde donde “la caja”
aumenta, considerablemente, al final de cada día.
Lo malo de esto es que, por lo general, a pocos metros de
donde está instalada una terraza, hay una o una docena de
viviendas que pueden recibir el ruido de dichas terrazas y,
lógicamente, la gente se queja por no poder estar “ a gusto”
en su propia casa.
Dar gusto a todos, con estas terrazas o con negocios
similares, es muy difícil y es que, siempre, puede haber un
tercero perjudicado o simplemente quejoso de todo.
Poner a todos de acuerdo es casi un imposible, porque el
problema del ruido, en Ceuta, no viene sólo de las terrazas,
viene de otras muchas partes más, y ese problema del ruido,
según los hosteleros, no se puede atajar eliminando una
fuente de riqueza como son las terrazas.
Y es que nadie duda hoy, especialmente, en los tiempos de
crisis que las terrazas, para muchos negocios, representan
un gran motor económico que está generando empleo y más
cuando tantas personas están buscando donde poder trabajar.
Esta es una parte, la de quienes tienen asentadas sus
terrazas en una vía pública, que “la hacen suya”, durante
unas cuantas horas al día, pero en la parte contraria está
la vivienda en la que puede haber enfermos, viejos, o niños
que, por unos motivos o por otros, no pueden hacer su vida
normal, al tener al lado, en una de esas terrazas a personas
que hablan, ríen o levantan más ruido del que fuera
deseable.
Esos, los que están en su casa, también tienen derechos, que
no se traducen en dinero, pero sí en salud o en comodidad,
cuando viven sin que nadie les moleste.
Difícil, si es que no imposible, será la solución a estas
situaciones.
La Cámara de Comercio parece que está preparando un escrito
en el que va a exigir a la Consejería de Fomento “soluciones
inmediatas” para que los empresarios puedan subsistir.
Sin embargo, que nosotros sepamos, no hay ningún tipo de
movimiento que salga en defensa de aquellos otros vecinos
que se consideran perjudicados, por el ruido.
Así las cosas, porque cada parte tiene sus razones muy
poderosas para actuar, los empresarios están muy preocupados
porque no ven claro el futuro de sus negocios, al tiempo que
se sienten desprotegidos con la ordenanza de terrazas que
aprobó el pasado año el Pleno de la Asamblea.
Y frente a esto los vecinos, Pérez, López, García y demás
están hartos de ser ellos los paganos de la “bolsa”, sin
ellos recibir, a cambio, nada.
Una difícil papeleta para la Ciudad que no podrá contentar a
todos, con cualquiera de las medidas que adopte.
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