Menos mal que se te ocurrió decir
que Teófila Martínez pasaría su viernes de ocio en
Ceuta si el tiempo y la autoridad competente no lo impedían.
Es decir, que te aferraste a esa norma taurina que ha venido
siempre impresa en los carteles de la llamada Fiesta
Nacional. Lo cual me permite creer, conociéndote, que tu
sentido del olfato te había hecho pensar que la alcaldesa de
Cádiz podía darle plantón a Juan Vivas.
Quien así me habla es gaditano de Puerto Real y amigo desde
que ambos éramos unos adolescentes que nos veíamos en todos
los campos de fútbol de la provincia compitiendo con
entusiasmo desmedido. Conque de vez en cuando me llama por
teléfono.
Llevas razón, le dije. Pero no fueron mis pituitarias las
que me hicieron husmear, como ese perro de caza cuyo olfato
se acrecienta cuando la perdiz levanta el vuelo, que Teófila
Martínez volvería a hacerle una higa invisible al alcalde de
Ceuta. Sino debido a los antecedentes de una rubia –no sé si
natural o de bote-, de mirada ojizarca –tampoco sé si usa
lentillas de color azul-, de la que dicen que a medida que
ha ido remozando Cádiz ha ido aumentando la canina entre su
gente. Cuestión de mala suerte.
Me explico, amigo: no es la primera vez, ni será la última,
que la alcaldesa de Cádiz deja de acudir a la cita que tenía
con Vivas. Dejándolo compuesto y sin compañera brillante de
partido obligada a loarlo de modo y manera que nuestro
monterilla pudiera levitar ante sus incondicionales. Que,
según he leído, cada vez son menos. Tal es así que no son
capaces de llenar ni siquiera la sala de estar perteneciente
a la sede de los populares.
-Bien, Manolo, me dice mi amigo portorrealeño, pero
no me negarás que ‘La Teo’, como aquí se la conoce, ha
enviado una comitiva en la cual figuraban tres pesos pesados
de la política andaluza, como son José Lozaína,
presidente de la diputación de Cádiz; Antonio Sanz,
presidente del PP de Cádiz y el diputado nacional y alcalde
de Algeciras, José Ignacio Landaluce.
-Si tú lo dices… Pero a mí me parece que ninguno de los tres
nombres que has mencionado es capaz de despertar el menor
interés. A todos ellos les falta un hervor. Están lo que los
andaluces solemos llamar sin cuajar. Incluso se les podría
aplicar esa locución tan manida de no ser ni chicha ni
limoná. De la que tanto echaba mano mi admirado Jaime
Campmany.
De chicha y nabo me permito catalogar yo las declaraciones
que hizo Landaluce para cumplir con el papel de adulador que
tenía encomendado. Cómo es posible que un alcalde de
Algeciras se expresara así: “Ojalá yo pudiera ser Vivas en
Algeciras y demostrar su esfuerzo, su cariño, su oído, su
compromiso y su eficacia en la gestión”. Como sea igual en
su profesión como lo es en política, Dios me libre de caer
en sus manos. En las de Landaluce.
Del presidente de la diputación de Cádiz, Lozaína, no diré
una palabra. Pues vino de relleno entre figurantes. Así que
espero, amigo de Puerto Real, que me pongas al tanto de qué
va alguien que llegó también dispuesto a dorarle la píldora
al superhombre descrito por Landaluce. En lo tocante a Sanz,
sé lo que tú me has dicho en los principios de esta
conversación: Tiene mala pata. Vamos, que es gafe. Así que
no me extraña que nuestro alcalde, acompañado con semejantes
palmeros, perdiera el compás de su discurso. En rigor: TM,
aunque haya alegado lo que le apetezca, no arribó a Ceuta
porque sabe lo que está ocurriendo en Melilla. Y quizá se
dijo…: pu, puf, puaf. Sensaciones todas de desprecio.
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