Me lo dijo un miembro de la Comisión Ejecutiva del Partido
Popular en la propia sede de esta formación política. “Vaya
Interparlamentaria con más poco respaldo. Aquí, no ha venido
nadie”. Y en efecto, llevaba razón: antes este tipo de
reuniones y visitas de miembros del Partido Popular se
hacían en los salones de los hoteles Tryp o Ulises con una
gran capacidad.
En tiempos pasados, uno aún recuerda que los grandes líderes
nacionales, medían su “tirón” popular por el aforo que
llenaban en grandes recintos. Adolfo Suárez, Felipe
González, José María Aznar, tuvieron muy buenos números en
su poder de convocatoria en plazas de toros. ¡Ahí es nada!
Como los grandes toreros, como si fueran artistas del arte
de Cúchares, iban a Valencia, a las Ventas, a la Monumental
de Barcelona, y hacían sus grandes “faenas” con la oratoria
y los discursos multitudinarios.
Era la campaña electoral con su matiz de espectáculo y
populismo, porque se celebraba la democracia y ese aire
aperturista de libertad recién estrenada. Después, con el
desencanto de los electores y el ascenso de la abstención,
se restringió el recinto por temor a fracasar y no llenar a
tope los grandes recintos: el repliegue llevó a los líderes
políticos a polideportivos. Y no es que cambiaran los toros
por el fútbol-sala. Más bien, de lo que se trataba es que la
apatía electoral del ciudadano, cansado de falsas promesas e
incumplimientos, no daba para concitar a tantas miles de
personas.
En el caso de Ceuta, algo similar está sucediendo. Los
grandes arrebatos mediáticos y de popularidad de Juan Vivas,
ya no lo son tanto. Él mismo ya dejó de pasear por nuestras
calles con esa sonrisa beatífica y estrechando manos a
diestro y siniestro por temor a encontrarse con alguien que
le diga lo que no le gustaría escuchar.
Por ello, de sus grandes citas en los salones de los hoteles
Tryp, Ulises o Parador La Muralla, ha acabado recluyendo a
su militancia y simpatizantes, en la propia sede del Partido
Popular, donde siendo muy generosos, no caben más allá de
treinta o cuarenta personas. ¿Y qué cifras son esas para un
partido con cerca de 2.000 militantes? ¿Son cifras para
tocar las castañuelas como respaldo electoral con los
escaños que disfrutan en la Asamblea? Pues, sencillamente,
no.
Algo está pasando: el desencanto externo e interno en el
partido no da para grandes convocatorias ni para reuniones
más allá del salón de nuestra propia casa. Un símil muy al
pelo de esta circunstancia: cuando sólo somos capaces de
reunir a los más íntimos en el salón de nuestra vivienda
familiar y no en un gran salón de una gran cafetería o
restaurante, es que o no somos tan carismáticos como nos
creemos o es que tememos que, si vamos a un recinto grande,
se quede vacío.
El Presidente Vivas en cuestión de movilización de
afiliados, no parece atravesar el mejor momento. Pierde
crédito entre los suyos y a nivel interno sabemos que hay
muchas voces que ya no son sus corifeos, ya no le ríen las
gracias, tampoco comparten algunas de sus actuaciones –como
alguna voz crítica que surgió en alguna Ejecutiva-, y que el
crédito que tenía se le va agotando.
No se requiere gran ciencia para saber que una mayoría de la
población -y no sólo de los ciudadanos- está decepcionada de
los usos del poder político y económico de Vivas, más
preocupado en establecer lobbies bien fuertes para blindar
su poder, que en solucionar los problemas de los ciudadanos
que sufren los terribles efectos de la crisis económica.
En este clima de desconfianza, tan extendido, resulta
difícil de sostener que no todos los políticos ni todos los
partidos son iguales, sin ser acusado de ingenuo o de
corrupto.
El desgaste que sufre el Gobierno en los últimos meses ha
alcanzado de lleno a los militantes del PP y la labor de su
presidente cosecha más suspensos que aprobados. Para la
parafernalia que se montó con la Interparlamentaria del
Partido Popular, el poder de convocatoria fue más bien
escaso, mínimo, impropio de una formación política que
gobierna la nación y tiene amplia mayoría absoluta en Ceuta.
Una consecuencia lógica de un hecho que no se puede obviar:
algo está pasando para tanto desencanto o hastío. Y conste
que no es un juicio de valor sino una apreciación objetiva
de un hecho tan palmario que no admite discusión posible.
Podrá gustar más o menos, pero en el cesto no había más
huevos que los que se vieron en esta Interparlamentaria.
Visto lo visto: de tirón, poco y de entusiasmo, nada
indescriptible. Los más cercanos, el núcleo duro y punto.
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