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OPINIÓN - SÁBADO, 19 DE OCTUBRE DE 2013

 
OPINIÓN / ANALISIS

Yolanda, sé fuerte

Por Ramiro T.


El 2 de abril de 2009, Mariano Rajoy se la jugó. En un acto del PP celebrado en Vitoria, afirmó, sin medias tintas, que “nadie” iba a poder demostrar la culpabilidad de Luis Bárcenas y su implicación en el caso Gürtel.

Tan solo tres meses después, en julio de 2009, el Tribunal Supremo citó a Bárcenas como imputado y el partido forzó su dimisión provisional. Aun así, la cúpula de los populares cerró públicamente filas con él de forma muy llamativa. “El PP confía en la inocencia de Luis Bárcenas y que así se demostrará en los Tribunales de justicia. El partido quiere expresar su reconocimiento a los más de 28 años de servicios de Luis Bárcenas a nuestro partido, que han sido ejemplo de profesionalidad y buen hacer”, rezaba un comunicado de la dirección aprobado por el propio Rajoy.

La contundencia de esas frases sorprendió incluso a quienes en el PP esperaban una defensa cerrada del extesorero. Tanto como sorprendieron ayer las palabras de Vivas a los asistentes a la Interparlamentaria entre Ceuta y Cádiz. Y es que visto con perspectiva, el discurso de Juan Vivas en alusión a Yolanda Bel, recordó ayer en algunos pasajes al que Mariano Rajoy dirigió a Luis Bárcenas cuando le recomendaba que aguantara (“sé fuerte” o “Luis, nada es fácil, pero haremos lo que podamos. Ánimo”). La única diferencia es que esta vez, Juan Vivas no utilizó como Rajoy los mensajes de móvil, sino que el “mensaje” fue durante su discurso en la Interparlamentaria, pese a que ni era el sitio ni el lugar de ese mensaje exculpatorio (excusa no pedida, acusación manifiesta).

El contenido críptico del mensaje es todo un enigma y tan oscuro como un galimatías: inquisidores, resentidos, oportunistas sin escrúpulos y profesionales en sacar tajada, conforman algunos de los términos utilizados por un presidente atribulado que eran un referente para los visitantes y que soltó la lengua como nunca en un ejercicio de victimismo impropio en un escenario como el que ocupaba.

Juan Vivas dijo no entender a quienes “antes le vitoreaban y ahora le atacan”, sin mediar reflexión propia sobre su comportamiento pasado y presente, como si el Vivas actual fuera el mismo de sus dos primeras legislaturas, donde mereció elogios y acumuló votos en los comicios electorales.

Es obvio que Vivas no está acostumbrado a la crítica como no es menos cierto que él ha cambiado su línea de actuación, adoptando una actitud vengativa e intolerante con la crítica. Cree tener patente de corso e inmunidad crítica para hacer y deshacer a su manera; se ha dejado arrastrar, él sí, por falsos aduladores que buscaban su destrucción desde dentro y le requieren más y más prebendas. No tiene lucidez para discernir quien le quiere bien y quien mal o quien le ayuda de quien pretendía destruirle desde la lisonja hasta exprimirle como un limón el dinero público.

Se ha echado en brazos de personas equivocadas y ha dejado de ser el Juan Vivas de sus inicios. El poder le obnubiló, cree estar por encima del bien y del mal. No tiene sentido de la medida, ni generosidad con quienes fueron sus amigos y buscó el aniquilamiento con malas artes. Y encima, ayer dijo tener la conciencia tranquila, obviando que tener “la conciencia limpia es síntoma de mala memoria”.

La nostalgia le puede a un Juan Vivas que ahora rememora su etapa con viento a favor, sus mejores días de gloria y aquéllos tiempos placenteros de elogios. Una etapa que le ha superado hasta creerse un ser superior, tan poderoso como para repartir prebendas a su capricho y someter a quien osara resistirse. Se ha creido intocable y se equivoca. Necesitado de una cura de humildad, Juan Vivas es un soberbio en su aparente amabilidad y cercanía. Es un lobo con piel de codero como se lo demostró a Elena Sánchez, a Luis Vicente Moro, a Pedro Gordillo, y a tantos otros. Lo peor de un político es dejar “cadáveres” en el armario y Vivas tiene el suyo lleno.

Dice que no tiene miedo y que se siente avalado por su trayectoria y su comportamiento. Debe ser el mismo que tuvo con Jesús Fortes quien le fichó para el Partido Popular (y le hizo insistirle hasta la saciedad ya que Vivas no se decidía a firmar la ficha de afiliación al PP pese a que le reservaba un lugar de privilegio en la candidatura), y siendo tan “agradecido” a Fortes no tuvo problemas en desbancarlo con ese salto del número 5 de la lista al 1, con motivo del voto de censura del GIL, dejando fuera a su “padrino” político.

Luis Vicente Moro que lo tuvo de jefe de Gabinete en Delegación del Gobierno, tampoco se marchó de Ceuta con un buen sabor de boca sobre Juan Vivas. Pedro Godillo, tuvo una experiencia traumática con él, pese a que llegó a decir que ambos se fundían en tal simbiosis que resultaban inseparables e incluso ligaba su carrera política a la de Gordillo.

A Emilio Carreira, ya le demostró cómo se las gastaba: le prometió respaldo a su candidatura a la presidencia regional del partido contra Pedro Gordillo y luego lo dejó en la estacada. Ahora lo ‘repesca’ para equilibrar fuerzas dentro de un partido que se le va de las manos. A Nicolás Fernández Cucurull, otro tanto de lo mismo: de ser íntimos pasaron a otro estado de relación. A Francisco Márquez, lo mandó para Madrid y a Guillermo Martínez, lo ha enviado a su casa “quemado” por dar tanto la cara por él.

La utilización de los compañeros de viaje en beneficio propio, el desagradecimiento por los servicios prestados, la traición, son cuestiones que no le son ajenas. Ahora, el apoyo público y explícito a Yolanda Bel, no deja de parecer un verdadero “salvavivas de plomo” que veremos a ver el tiempo que le dura. O si es la crónica de una muerte (política) anunciada.

Juan Vivas se lamenta de los ataques de que es objeto basados en “injurias, mentiras y manipulación”, pero sin embargo ni él ni nadie de su Gobierno ha emprendido ninguna acción judicial al respecto. Sin embargo, a su Gobierno, le han llevado al Juzgado por dos asuntos: el caso Urbaser y el caso Kideban.

En cuanto a que aún tiene cuerda para rato, no es cuerda lo que necesita sino credibilidad en cantidades industriales. Porque las promesas en política hay que cumplirlas y Vivas se ha convertido en un experto en incumplimientos. Los mensajes criptados como fórmula de misterio no quedan mal para intentar atemorizar a sus “íntimos enemigos”. Pero la realidad es que al presidente le sobran aduladores, chupópteros y está muy falto de consejeros sensatos que le sitúen ante la luz y no ante las tinieblas. Así podría evitarse discursos como el que pronunció ayer, cargado de claves que sólo él entendió aunque intentó hacerse oir con una serie de menciones en abstracto. Si no habló más claro él sabrá porqué. Nadie se lo impidió: pudo ejercer la libertad de expresión.

En fin, reconozco que ayer, conforme iba escuchando a Vivas, me sentí un inquisidor, un resentido, un oportunista sin escrúpulos, un profesional en sacar tajada y un adulador de antaño que ahora no tocan bola. Menos mal que antes de finalizar Vivas aseguró que él y su partido no son intransigentes. ¡Que alivio!
 

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