El 2 de abril de 2009, Mariano Rajoy se la jugó. En un acto
del PP celebrado en Vitoria, afirmó, sin medias tintas, que
“nadie” iba a poder demostrar la culpabilidad de Luis
Bárcenas y su implicación en el caso Gürtel.
Tan solo tres meses después, en julio de 2009, el Tribunal
Supremo citó a Bárcenas como imputado y el partido forzó su
dimisión provisional. Aun así, la cúpula de los populares
cerró públicamente filas con él de forma muy llamativa. “El
PP confía en la inocencia de Luis Bárcenas y que así se
demostrará en los Tribunales de justicia. El partido quiere
expresar su reconocimiento a los más de 28 años de servicios
de Luis Bárcenas a nuestro partido, que han sido ejemplo de
profesionalidad y buen hacer”, rezaba un comunicado de la
dirección aprobado por el propio Rajoy.
La contundencia de esas frases sorprendió incluso a quienes
en el PP esperaban una defensa cerrada del extesorero. Tanto
como sorprendieron ayer las palabras de Vivas a los
asistentes a la Interparlamentaria entre Ceuta y Cádiz. Y es
que visto con perspectiva, el discurso de Juan Vivas en
alusión a Yolanda Bel, recordó ayer en algunos pasajes al
que Mariano Rajoy dirigió a Luis Bárcenas cuando le
recomendaba que aguantara (“sé fuerte” o “Luis, nada es
fácil, pero haremos lo que podamos. Ánimo”). La única
diferencia es que esta vez, Juan Vivas no utilizó como Rajoy
los mensajes de móvil, sino que el “mensaje” fue durante su
discurso en la Interparlamentaria, pese a que ni era el
sitio ni el lugar de ese mensaje exculpatorio (excusa no
pedida, acusación manifiesta).
El contenido críptico del mensaje es todo un enigma y tan
oscuro como un galimatías: inquisidores, resentidos,
oportunistas sin escrúpulos y profesionales en sacar tajada,
conforman algunos de los términos utilizados por un
presidente atribulado que eran un referente para los
visitantes y que soltó la lengua como nunca en un ejercicio
de victimismo impropio en un escenario como el que ocupaba.
Juan Vivas dijo no entender a quienes “antes le vitoreaban y
ahora le atacan”, sin mediar reflexión propia sobre su
comportamiento pasado y presente, como si el Vivas actual
fuera el mismo de sus dos primeras legislaturas, donde
mereció elogios y acumuló votos en los comicios electorales.
Es obvio que Vivas no está acostumbrado a la crítica como no
es menos cierto que él ha cambiado su línea de actuación,
adoptando una actitud vengativa e intolerante con la
crítica. Cree tener patente de corso e inmunidad crítica
para hacer y deshacer a su manera; se ha dejado arrastrar,
él sí, por falsos aduladores que buscaban su destrucción
desde dentro y le requieren más y más prebendas. No tiene
lucidez para discernir quien le quiere bien y quien mal o
quien le ayuda de quien pretendía destruirle desde la
lisonja hasta exprimirle como un limón el dinero público.
Se ha echado en brazos de personas equivocadas y ha dejado
de ser el Juan Vivas de sus inicios. El poder le obnubiló,
cree estar por encima del bien y del mal. No tiene sentido
de la medida, ni generosidad con quienes fueron sus amigos y
buscó el aniquilamiento con malas artes. Y encima, ayer dijo
tener la conciencia tranquila, obviando que tener “la
conciencia limpia es síntoma de mala memoria”.
La nostalgia le puede a un Juan Vivas que ahora rememora su
etapa con viento a favor, sus mejores días de gloria y
aquéllos tiempos placenteros de elogios. Una etapa que le ha
superado hasta creerse un ser superior, tan poderoso como
para repartir prebendas a su capricho y someter a quien
osara resistirse. Se ha creido intocable y se equivoca.
Necesitado de una cura de humildad, Juan Vivas es un
soberbio en su aparente amabilidad y cercanía. Es un lobo
con piel de codero como se lo demostró a Elena Sánchez, a
Luis Vicente Moro, a Pedro Gordillo, y a tantos otros. Lo
peor de un político es dejar “cadáveres” en el armario y
Vivas tiene el suyo lleno.
Dice que no tiene miedo y que se siente avalado por su
trayectoria y su comportamiento. Debe ser el mismo que tuvo
con Jesús Fortes quien le fichó para el Partido Popular (y
le hizo insistirle hasta la saciedad ya que Vivas no se
decidía a firmar la ficha de afiliación al PP pese a que le
reservaba un lugar de privilegio en la candidatura), y
siendo tan “agradecido” a Fortes no tuvo problemas en
desbancarlo con ese salto del número 5 de la lista al 1, con
motivo del voto de censura del GIL, dejando fuera a su
“padrino” político.
Luis Vicente Moro que lo tuvo de jefe de Gabinete en
Delegación del Gobierno, tampoco se marchó de Ceuta con un
buen sabor de boca sobre Juan Vivas. Pedro Godillo, tuvo una
experiencia traumática con él, pese a que llegó a decir que
ambos se fundían en tal simbiosis que resultaban
inseparables e incluso ligaba su carrera política a la de
Gordillo.
A Emilio Carreira, ya le demostró cómo se las gastaba: le
prometió respaldo a su candidatura a la presidencia regional
del partido contra Pedro Gordillo y luego lo dejó en la
estacada. Ahora lo ‘repesca’ para equilibrar fuerzas dentro
de un partido que se le va de las manos. A Nicolás Fernández
Cucurull, otro tanto de lo mismo: de ser íntimos pasaron a
otro estado de relación. A Francisco Márquez, lo mandó para
Madrid y a Guillermo Martínez, lo ha enviado a su casa
“quemado” por dar tanto la cara por él.
La utilización de los compañeros de viaje en beneficio
propio, el desagradecimiento por los servicios prestados, la
traición, son cuestiones que no le son ajenas. Ahora, el
apoyo público y explícito a Yolanda Bel, no deja de parecer
un verdadero “salvavivas de plomo” que veremos a ver el
tiempo que le dura. O si es la crónica de una muerte
(política) anunciada.
Juan Vivas se lamenta de los ataques de que es objeto
basados en “injurias, mentiras y manipulación”, pero sin
embargo ni él ni nadie de su Gobierno ha emprendido ninguna
acción judicial al respecto. Sin embargo, a su Gobierno, le
han llevado al Juzgado por dos asuntos: el caso Urbaser y el
caso Kideban.
En cuanto a que aún tiene cuerda para rato, no es cuerda lo
que necesita sino credibilidad en cantidades industriales.
Porque las promesas en política hay que cumplirlas y Vivas
se ha convertido en un experto en incumplimientos. Los
mensajes criptados como fórmula de misterio no quedan mal
para intentar atemorizar a sus “íntimos enemigos”. Pero la
realidad es que al presidente le sobran aduladores,
chupópteros y está muy falto de consejeros sensatos que le
sitúen ante la luz y no ante las tinieblas. Así podría
evitarse discursos como el que pronunció ayer, cargado de
claves que sólo él entendió aunque intentó hacerse oir con
una serie de menciones en abstracto. Si no habló más claro
él sabrá porqué. Nadie se lo impidió: pudo ejercer la
libertad de expresión.
En fin, reconozco que ayer, conforme iba escuchando a Vivas,
me sentí un inquisidor, un resentido, un oportunista sin
escrúpulos, un profesional en sacar tajada y un adulador de
antaño que ahora no tocan bola. Menos mal que antes de
finalizar Vivas aseguró que él y su partido no son
intransigentes. ¡Que alivio!
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