PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
  

 

 

OPINIÓN - SÁBADO, 19 DE OCTUBRE DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

Sugerencia
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Escribir no es otra cosa que una exigencia de comunicación. Hace ya muchos años que lo escribió Emilio Romero. Quien fuera, amén de un enorme periodista y escritor, director de la Escuela Oficial de Periodismo desde 1969 y en el desempeño de este cargo impulsó la creación de la Facultad de Ciencias de la Información. De él, entre otras muchas cosas, se dijo siempre que defendió a sus periodistas incluso frente al poder establecido.

Cuando yo empecé a escribir en periódicos, resulta que la democracia estaba casi recién nacida, y, claro, todo lo nacido, solamente por eso, aunque hubiera nacido otra cosa –hermosa, se entiende-, también ella tendría un inmenso valor. En aquel tiempo, principio de la década de los ochenta, con lo primero que me topé fue con la censura. Hecho que me produjo cierto desbarajuste mental. Pues pronto hube de sentarme ante una persona que no sabía redactar una nota y, sin embargo, me leía con el único propósito de censurarme.

Pronto comprendí que discutir con aquel Fulano era, además de una pérdida de tiempo, motivo más que suficiente para padecer una úlcera de estómago. Y le busqué las vueltas. Supe transitar por otros caminos donde él acababa perdiéndose y todo fue mejor a partir de entonces. La censura es de varias clases: una nace de las características políticas de la propia empresa periodística, en la que el empresario o el director imponen sus criterios y ejercen la censura y otra, cómo no, del poder establecido.

La censura, o la prohibición, no solamente tienen lugar en el mundo periodístico, sino también mediante prohibiciones o proscripciones en el mundo artístico, o administrativo, o de la enseñanza. Y hasta en el deportivo. En España, desde tiempo inmemorial, los gremios de los inquisidores son muy numerosos, y aparecen en todas las ideologías. Verdad de Perogrullo.

Ahora bien, lo más infame, o bochornoso, es cuando nacen los gremios de inquisidores en los sistemas políticos de las libertades o democracias. Entonces -decía Emilio Romero-, a estos comportamientos hay que calificarlos de desvergüenza, porque ya se sabe que las dictaduras políticas llevan en su propia naturaleza y en sus mecanismos la prohibición de algo. Tengo que confesar que yo en bastantes ocasiones he sentido necesidad de callar, porque me ha parecido que el escribir no puede ser solamente un desahogo, sino tener la conciencia de lo que puede decirse y de lo que debe callarse. Difícil tarea que obliga a morderse los labios.

Ahora, precisamente ahora, cuando mi escepticismo es colosal, pero no dramático, sino burlón, estoy en condiciones de decirle a nuestro alcalde, mediante esta columna sugeridora, y nunca replicante, que sus declaraciones en la sede de su partido han sido atropelladas. Propias de alguien que ha perdido los nervios e intenta amedentrar tanto a sus adversarios políticos como a quienes creen que está pasando por un momento bajo en su cometido como para decirle que recapacite sobre lo que ha venido haciendo mal.

Es más, tras haber leído sus declaraciones, me queda la duda de si es usted, alcalde, quien con los nervios desquiciados ha olvidado que el estilo, según Platón, es una especie de espejo del carácter y, como sea el estilo, será el carácter, o bien el informador se ha hecho la picha un lío escribiendo. Si es lo primero, y yo fuera el editor de este medio, créame que no dudaría en censurar sus declaraciones. Como muestra de aprecio hacia lo que usted significa en esta ciudad donde es votado mayoritariamente.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto