No es lo mismo predicar que repartir trigo. Las similitudes
que siempre se han establecido entre las dos ciudades
autónomas, por sus múltiples semejanzas, dejan en ocasiones
un vacío que nos hacen pensar si, cuanto se dice en cuestión
de hermanamiento o parecido es pura coincidencia o
conveniencia según qué circunstancias y hechos se den o
puedan dar.
Por ejemplo, hay que recordar que Melilla se abstuvo en la
votación de la propuesta de financiación autonómica,
presentada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero
en 2009, por lo que, según Imbroda, fue “penalizada”.
Entonces, Ceuta, que sí votó a favor propuesta de Zapatero,
recibió 3,2 millones de esta partida.
Además, en materia de pago a proveedores, el Gobierno de
Melilla no tuvo la necesidad de acudir a los préstamos ICO
con ese 5% de interés anual, porque tampoco tenía 80
millones de euros de facturas en el cajón sin consignación
presupuestaria. Y se dijo entonces, que Juan José Imbroda,
había sabido gestionar mejor que Juan Vivas.
Ahora, con motivo del nuevo pliego de condiciones para sacar
a concurso la línea marítima de interés público, el Gobierno
de Melilla descarta que el concurso se quede desierto como
en el caso de Ceuta y, a diferencia de nuestro caso, el
Ejecutivo de Imbroda aporta 1,7 millones de euros en el
convenio que suscribe con el Ministerio de Fomento para
mejorar el contrato y, por ende, las líneas marítimas. Así
el nuevo contrato marítimo de Melilla rebajará precios y
potenciará el turismo, según Imbroda, que defiende el nuevo
pliego porque aporta una mejor calidad de servicios para los
ciudadanos. Ese esfuerzo por contribuir a que la calidad de
vida de los melillenses sea mejor, es lo que ha llevado a
imponer entre las condiciones del contrato la reducción del
tiempo de travesía de ocho horas a cinco, que la navegación
sea diurna en vez de nocturna como hasta ahora y que bajen
los precios en más de un 40%.
A la vista de estas circunstancias, es difícil entender como
ciudadano, que dos gobiernos del mismo color político (PP)
en dos ciudades con los mismos problemas, vean un mismo
asunto bajo distinto prisma, lo que nos lleva a pensar que
“juntos pero no revueltos” y que cada Gobierno sigue su
dinámica, sin que ello suponga directriz alguna desde Madrid
ni unificación de criterios ni unidad de acción política,
pese a que las singularidades sean muy parecidas. A lo que
parece, en las continuas reuniones Vivas-Imbroda, no ha
debido de plantearse una cuestión de estas características
sobre la línea de interés público, como si éste fuera un
tema menor o carente de importancia. Total, Vivas y los
suyos, viajan en helicóptero…
Porque si bien, el portavoz del Gobierno, Emilio Carreira,
tiene razón cuando expone que el coste del contrato “tiene
que ser asumido con cargo a los presupuestos del Ministerio
de Fomento”, tampoco ha de ser tan difícil, contribuir con
el “granito de arena” a mejorar un pliego de condiciones que
va a repercutir en beneficio de los ceutíes. De esos
ceutíes, a los que, cuando llegue la época de elecciones se
les va a pedir el voto y a los que ahora y por el momento se
les deja sin una naviera que cubra las necesidades de un
contrato de interés público. Por el momento porque la
Delegación del Gobierno está trabajando para que no sea así
y confío que ese trabajo dé sus frutos.
De cualquier forma, que Ceuta y Melilla vean las cosas de
manera distinta en una cuestión fundamental, hace pensar en
cualquier actitud (y ninguna buena) sobre la manera de
prodigarse. ¿O es que acaso estamos tan pobres que no hay
dinero para aportar 1,7 millones de euros para garantizar un
servicio de interés general?
En este caso nos hemos desmarcado de Melilla, la ciudad
hermana, el Gobierno “hermano”. Damos una mala sensación.
¿Sabe cuál señor Vivas? Pues parecemos los hermanos pobres
de una familia de desfavorecidos, que nos vemos atrapados en
nuestra propia indigencia. Como si no tuviéramos ni un duro.
Quizás por tener que acudir al préstamo ICO para poder pagar
los 80 millones de euros de facturas, de las que todavía
nadie se ha responsabilizado.
Por eso, hay que entender que Ceuta y Melilla, tan parecidas
pero, sin embargo, tan distintas. Nos hemos empeñado en
diferenciarnos a peor. Como si el tema del contrato de
interés público, no hubiera estado en la agenda de
conversaciones Vivas-Imbroda. Total, ¡qué importa!
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