Dicen los gaditanos, los de la
capital de la bahía, que los viernes son días sagrados para
Teófila Martínez. Tan sagrados como que lo deja todo
y allá que se inventa lo que sea para hacerle un monumento
al ocio. Lo cual evidencia que ella tiene más de griega que
de romana.
Cada viernes, según dicen en la tierra de las niñas de Sicur,
a las que se les debe el nacimiento del término cursi, la
alcaldesa llama a sus amigas de toda la vida y se inventa lo
que tenga que inventarse para darse el piro de la alcaldía y
respirar otros aires lejos de ese Cádiz que le permite
presumir de cinco mayorías absolutas. La de veces que le
habrá recordado sus éxitos en las urnas a su amigo y
compañero Javier Arenas. Quien nunca ha querido
reconocerle mérito político alguno.
Pues bien, este viernes, si el tiempo y cualquier autoridad
no lo han impedido, la alcaldesa gaditana estará ya
tomándose el día de holganza en Ceuta. A la vera de su
admirado Juan Vivas y del alcalde de Algeciras. Que también
parece apuntarse a un bombardeo. Y es que, con tal de salir
de su casa, es capaz de soportar incluso una sobremesa con
nuestro alcalde.
Dicen quienes la conocen, me refiero a Teófila Martínez, que
aún anda convaleciente de aquel mal rato que le hizo pasar,
cuando septiembre estaba exhalando su último suspiro, la ya
famosa Inmaculada Michinina: la portavoz de
vendedores sin licencia del mercadillo El Baratillo de
Cádiz.
IM llegó al pleno de aquel día de finales de septiembre,
convertida en mujer de rompe y rasga, y le dijo a la
alcaldesa lo que tenía que decirle mediante un habla
andaluza suave pero preñada de dramatismo. Hasta el coño
empleado en su decir estuvo ajustado a derecho durante la
petición de una licencia para vender sus trabajos manuales y
poder dar de comer a sus dos hijas.
De la gran intervención de la señora Michinina en aquel
pleno celebrado en el Ayuntamiento gaditano, donde la
emoción se hizo un sitio en la sala, durante mucho tiempo,
nada más que escribiré literalmente, este párrafo de la
vendedora ambulante:
-“¿Para quién trabajáis, coño? Para nosotros, sí trabajáis
para el pueblo… ¡y no os habéis enterado! Yo necesito una
licencia para darle de comer a mis dos hijas. Los que
estamos en el mercadillo somos personas, a ver si os
enteráis y detrás de esas personas hay familias, familias
que viven de lo poco que consiguen. ¡Déjennos tener
dignidad!”, gritó. Y, claro, los ciudadanos asistentes al
pleno se levantaron de sus asientos como impulsados por un
resorte para aclamar a la heroína.
Me dicen mis amigos gaditanos que Teófila Martínez ha dado
muestras evidentes de estar todavía sometida a la tensión
vivida en aquel indigesto pleno para ella. Y hasta se
rumorea que oír el nombre de Inmaculada Michinina es motivo
suficiente para que le pueda la jaqueca y hasta el insomnio.
De modo que sus amigos temen que semejante situación pueda
quitarle prestancia a su físico por mucho apresto que se
aplique.
Aunque la alcaldesa de Cádiz sigue convencida de que para
soportar su dura tarea municipal, nada hay mejor que quienes
le protestan sus decisiones sean condenados. Como así lo han
sido las limpiadoras de colegios y dependencia municipales
de Cádiz. Y, por encima de todo, su mejor terapia, superior
aun a los baños y masajes en el Spá de lujo adecuado, es
pasarse un día, preferible que sea viernes, pegando la hebra
con Vivas. Selectiva que es ella.
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