En la calle se habla mucho y mal
de nuestro alcalde. No pocas personas dicen que si pudieran,
que si hubiera alguien con la justa capacidad para confiar
en él, tardarían un amén en mandarlo a la porra. Bastantes
ceutíes creen que nuestro alcalde está haciendo méritos
suficientes para despedirlo con cajas destempladas; es
decir, para mandarlo a paseo. Incluso los hay ya que lo
califican de pelmazo. Y se preguntan qué razones existen
para no mandarlo a la porra en su momento. En el momento de
las elecciones.
A nuestro alcalde se le tiene menos aprecio cada día que
pasa. Y la gente se lo viene tomando a chacota. Que es lo
peor que puede sucederle a una autoridad. Y sobre todo a una
que está convencida de que ha nacido para serlo a
perpetuidad. De nuestro alcalde se dice que ha llegado a
creerse que goza de un poder omnímodo. Que habla siempre
poniendo y sentando cátedra. Que ha terminado por ser
presidente de todos los organismos de la ciudad. Y que actúa
convencido de que su palabra es un cheque al portador.
Nuestro alcalde hace y deshace a su antojo. Porque, amén de
ser alcalde, que no es moco de pavo, es presidente de todos
lo organismos existentes en esta ciudad. Maneja, pues, la
Federación de Fútbol de Ceuta; la Comunidad de Vecinos; el
Consejo de Hermandades y Cofradías; la presidencia de la
construcción y otros organismos que no se me vienen a la
mente en estos momentos. Maneja incluso una tele pública y
un periódico añejo.
Nuestro alcalde estaba acostumbrado también a ser parte
principalísima en el primer equipo de la ciudad. Y cuando
hubo alguien que lo puso en su sitio, con buenos modales,
todo hay que decirlo, sacó a relucir su parte endemoniada y
no tuvo el menor reparo en darle matarile a la entidad.
De nuestro alcalde se dice que hasta tiene bula judicial. Lo
cual es parecer tan grave como para prestarle la atención
debida. La que uno le ha prestado en el día de hoy,
miércoles, cuando escribo tras haber estado barzoneando por
la ciudad.
Y es que hubo alguien, muy destacado en esta tierra, que me
dijo haber leído lo escrito por mí el martes pasado. Sí, el
martes pasado opiné yo de lo concerniente a La ‘Operación
Ópera’ en Melilla. Y, claro, no dudó en comparar la
actuación de la juez María Alcázar Ocaña con la de
Ceuta.
Confieso que intenté por todos los medios hacerle ver a mi
interlocutor que no todos los casos denunciados son iguales.
Pero él, que sabe más que Lepe, me respondió que a mí me
puede la jindama. Porque le tengo demasiado respeto a los
señores que lucen puñetas en las togas.
Entrados ya en ese terreno, siempre resbaladizo y de
interpretaciones variadas, intento por todos los medios
darle una larga cambiada a la conversación. Y me dejo caer
con algo que se dice en la ciudad. Vamos, que es vox populi:
quien más manda en la ciudad es Juan Luis Aróstegui.
Quien se ha ganado la voluntad de nuestro alcalde y éste no
hace nada si antes no lo ha consultado con el principal
dirigente de la coalición Caballas.
-Allá ellos… -contesta un tercer tertuliano que no había
abierto la boca hasta ese momento.
Y quien dialoga conmigo, que sabe mucho, como ya dije
anteriormente, me pregunta si yo creo que Juan Luis
Aróstegui será capaz de responderle acerbamente a Rafael
Montero Ávalos, presidente de la CECE, en su espacio de
opinión. Y, créanme, que la pregunta me cogió desprevenido y
me dejó sin respuesta.
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