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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 16 DE OCTUBRE DE 2013

 
OPINIÓN / ANALISIS

Ceuta y Melilla: los fraccionamientos
de pago con distinta visión

Por Alejandro S.


Dos ciudades autónomas con distinta suerte judicial. En Melilla donde presumían que las cuentas las llevaban más claras que en Ceuta, una juez efectuó un registro en la Consejería de Medio Ambiente y en una empresa pública (Emvismesa) por presuntos delitos de falsedad documental, exacción ilegal, prevaricación y tráfico de influencias. Se investiga el fraude fiscal de un pequeño empresario que hacía facturas que no pasaban de los 30.000 euros para evitar subastas y concurso público. Aquí, en Ceuta, los fraccionamientos de pagos también viene produciéndose pero parece no haber juez que investigue nada. Y muy al contrario, levanta las iras de algún político cuando la Asociación Anticorrupción “Conciencia Libre” lo lleva ante la Fiscalía de Ceuta.

En Melilla, el auto judicial recoge una recopilación de contratos menores adjudicados a cuatro empresas de allí, por 4,9 millones. Aquí, ni se investigó la “recopilación” de contratos con Viajes Trujillo como tampoco el fraccionamiento excesivo con Kibesan donde Yolanda Bel justificó lo injustificable. Estamos a la espera del pronunciamiento judicial tras la denuncia presentada por la Asociación “Conciencia Libre”.

En Melilla, la juez detecta un posible fraude de ley en materia de contratación pública mediante fraccionamientos de pago. Aquí, en Ceuta, es una fórmula demasiado habitual y, encima, hay algún consejera que se siente ofendida en el caso de que se le indique esta circunstancia.

Parece obvio que la valoración jurídica en una u otra Ciudad Autónoma es bien distinta: aquí, hasta en el caso Urbaser, el proceso judicial no ha sido tan escandaloso como en Melilla. Aquí se actúa como si hubiera patente de corso de los políticos con una tolerancia inusual –como se ha visto- en Melilla.

Las corruptelas políticas no se persiguen en todos sitios igual. Melilla, pese a su vitola de unas cuentas claras y donde no hubo tanto déficit para atender el pago a proveedores, ahora surge esta trama de corrupción que ha soliviantado al propio Juan José Imbroda, molesto con la dimensión mediática del asunto y la actuación de la juez del caso.

Las prácticas al margen de la ley pueden darse en todos sitios, pero son perseguibles en unos con más celo que en otros. Aquí en Ceuta ha habido “materia” para que la Justicia actúe: contratos con la Agencia de Viajes Trujillo, la Manzana del Revellín, el caso Urbaser, el asunto Kibesan, los fraccionamientos de pagos en compras de la Policía Local, las reiteradas adjudicaciones que se hacen de concesiones administrativas a las mismas personas que luego negocian su venta posterior, identidades y más identidades siempre coincidentes.

Dice el refranero que “en todo sitios se cueces habas”; lo que sucede es que en unos sitios, se cuecen más que en otros y se actúa de distinta manera por parte de los jueces. El paralelismo entre Melilla y Ceuta es insultantemente similar. La variante está en el desenlace de los hechos. Aquí parece que tenemos unas concesiones que no se dan en otros lugares. Un misterio sin resolver, pese a que los contratos sin consignación presupuestaria se prodigan y el favoritismo es público y notorio. En el terreno de las evidencias, Ceuta gana por goleada a cualquier población bajo sospecha de corruptela.
 

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