Uno ha tenido siempre la buena
costumbre, y la sigue teniendo, de no darse prisa en opinar
de cualquier información que tenga aliciente sobrado. Ni
mucho menos me ha preocupado nunca ese dicho de que quienes
escriben en periódicos deben hacerlo a gran velocidad porque
si no corren el riesgo de que, al llegar al último renglón,
ya no tenga actualidad el primero.
Por una razón muy sencilla: a mí me agrada que los
informadores tengan su minuto de gloria y también los
opinantes que andan deseando hallar un asunto atractivo para
enjuiciarlo. Y es que jamás he sido partidario de competir
contrarreloj.
El asunto atractivo surgió el lunes cuando Rafael Montero
Ávalos, presidente de la Confederación de Empresarios de
Ceuta, dijo lo que tenía que decir de Juan Luis Aróstegui.
Y lo dijo desde el balcón principal y con tal claridad que a
mí me ha gustado sobremanera. Tanto, como para que tenga a
bien aceptar mi más sincera felicitación.
A RMA lo conocí yo cuando era muy joven. Y hasta recuerdo
que nuestro primer encuentro pudo terminar en desencuentro.
Pero él se percató bien pronto, o al menos así lo interpreté
yo, que mi lealtad es la que me permite decir lo que pienso
y si lo que pienso no gusta nunca he dudado en poner mi
cargo a disposición de quien correspondiera.
Además, hace ya mucho tiempo que yo no cruzo palabra alguna
con el presidente de la CECE. Para ser más exacto: años y
años. Ello no quiere decir que no saludarnos implique la
existencia de elementos de rencor; mortecinos pero latentes.
De ningún modo. Simple y llanamente, que perdimos la
costumbre de decirnos adiós y nos está costando mucho
recuperarla.
Lo que no es óbice, a mí me gusta más decir que no es
obstáculo o que no constituye impedimento, para que le diga
a Rafael Montero Ávalos que ya iba siendo hora de que un
cargo significado en la ciudad se expresara con tanta
rotundidad y acierto para poner coto a los excesos de un
tipo que ha llegado a tal extremo de creerse el amo de esta
ciudad.
Que el presidente de la CECE le haya cantado las cuarenta a
quien más manda en la coalición Caballas, sin arremeter
contra nadie más, dando ejemplo de civismo y convivencia,
como no podía ser de otra manera, es lo mejor que ha podido
suceder últimamente. Puesto que alguien perteneciente a la
burocracia de la ciudad estaba ya obligado a hacerle frente
a los insultos de un Fulano que se ha estado arrogando
facultades que no tiene. Y con los que está tratando de
dividir a los habitantes de una tierra donde él no cesa de
inyectar el veneno del odio. Con fines por todos sabido.
Fines que uno ha venido propalando, desde tiempo ha, y por
los que fui muchas veces increpado, injuriado y hasta
tachado de ser un simple hostigador de la persona más
influyente de esta ciudad.
La persona más influyente de esta ciudad, o bien una de las
más influyentes, o sea, Juan Luis Aróstegui, se había ganado
con creces el que RMA, o cualquier otro cargo, lo pusiera
como chupa de dómine. ¿Improperios, dice usted? No. ¡Qué
va…! Le ha dicho todo lo que le ha sido posible en estos
momentos. Y creo que se ha quedado corto el presidente de la
CECE.
Por cierto: ya ha calado eso de que Aróstegui y Juan Vivas
están a partir un piñón. Dos personas ligadas por una
estrecha amistad que están aprovechando sus magníficas
relaciones para hacer y deshacer a su antojo.
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